miércoles, 27 de junio de 2012

Crónica 478


¡Gracias Madre del Cielo!

Dios nos manda la Cruz, pero no olvida enviarnos el Cirineo para ayudarnos a cargarla. Nuestra Madre del Cielo está de nuestro lado en los momentos más difíciles para tendernos su mano generosa y no olvida a quienes la amamos y confiamos en su misericordia.
La muerte de nuestro hijo, es una espada en el corazón como lo fue para Ella la muerte de Jesucristo, por eso nos premia con su infinito amor y misericordia. Así pasó con Andrés. Siempre le pedimos con fe que lo amparara bajo su manto y lo llevara directo a la casa del Padre. Y fue directo a gozar del Paraíso.
Este es el resumen de la historia:
Nuestra nieta Natalia, que es muy especial, viajaba a Medjugorje en una peregrinación de jóvenes, sabía que queríamos un rosario de ese santo lugar para reemplazar otro que habíamos regalado a alguien en ese momento más necesitado que nosotros. Nos lo entregó bendecido por la Virgen en una aparición del 24 de junio aniversario de su primera aparición en este pueblo de Bosnia Herzegovina.
Andrés era católico creyente, no sé que tan practicante. No lo sentíamos alejado de Dios, tampoco lo suficientemente cercano. Ya padecía cáncer del pulmón agravado con metástasis en el mediastino, los huesos y el cerebro. No había perdido su lucidez, y nunca la perdió. Cada vez que hablábamos con él o lo visitábamos nos daba un heroico ejemplo de vida, nos decía que se sentía perfecto, nunca perdió la esperanza. Irradiaba confianza a toda su familia y no permitía cambios en la vida normal a su esposa e hijos. Era tan drástico en este sentido, que su actitud nos dejaba anonadados con frecuencia. Cuando estaba en las peores condiciones la única queja era que ese no era su mejor día, pero nunca mostró desconsuelo, jamás la dejó caer, como coloquialmente calificamos el desánimo. Nadie ni nada pudo arrebatarle su sonrisa.
Era pues difícil plantearle la necesidad de que arreglar los asuntos personales era tan importante como ordenar los de su espíritu. Pero la devoción de toda nuestra familia a la Santísima Virgen empezó muy pronto a propiciar el camino de una hermosa conversión. De mutuo propio, al regreso de una de sus quimioterapias, que de paso jamás lo doblegaron, pasó donde un sacerdote amigo se reconcilió y recibió los Santos Óleos. Estaba ya nuestra Madre preparándolo para llevarlo a la casa del Padre en un viaje sin escalas. Todos nosotros, incluido Andrés, desde el inicio habíamos aceptado la voluntad de Dios. Nunca pensamos porqué se nos envió esta Cruz, sino para qué.
Varias veces vinimos a Bogotá a acompañarlo durante el año de su enfermedad. En el último viaje le trajimos de regalo la camándula que Natalia nos había traído de Medjugorje bendecida por la Virgen. Desde ese momento siempre quiso rezar con ella el Santo Rosario que compartíamos frecuentemente en familia. Como Ministros de la comunión tuvimos el privilegio de llevársela casi a diario y, curiosamente, aunque el ministerio está circunscrito a una  parroquia y la nuestra está en Medellín, ningún sacerdote, de las diferentes a que nos tocó recurrir por las circunstancias, se negó a entregarnos la hostia consagrada. 
La comunión y el Rosario entraron como el Caballo de Troya en su corazón, lo llevaron a disfrutarlos de verdad y, con su inquietud característica por investigar todo, preguntaba con frecuencia por el evangelio.
En sus últimos días su cercanía a Dios era tan acentuada que llegó a hablar de que tenía muchos protectores. Su último día alcanzó a decirle a su hijo Santiago, a su madre y a su hermana, que sentía que iba para el cielo e hizo la pregunta a cada uno por separado si podía continuar, a lo cual todos contestaron que si. A las pocas horas entregó su alma al Señor.
   Murió justamente del 24 de junio. En esa fecha se cumplían treinta y un aniversarios de la primera aparición de la Virgen de la Paz y dos años de la fecha en que su rosario fue bendecido por la Virgen en Medjugorje. Lo despedimos en junio 27 con una hermosa eucaristía para dejarlo en su última morada. Era el día de la Virgen del Perpetuo Socorro.
¡Gracias Madre del Cielo por haberlo llamado justamente en ese día! Fue para nosotros la  hermosa señal de que habías escuchado nuestras oraciones, en las que te pedíamos con insistencia que lo cubrieras con tu manto y lo llevaras directo a su feliz resurrección en la casa del Padre.
Hijito: Desde el cielo protégenos y  guíanos a quienes tanto te amamos.
Sofita, a ti te llenará Andrés de bendiciones por tu persistencia en llevarle la sagrada comunión las últimas semanas de su vida y por tus oraciones sin pausa que le ayudaron a llevar con dignidad, fortaleza y ejemplo de vida para todos, su penosa enfermedad. A Ana María por igual por haber conseguido formar la mayor cadena de oración que haya conocido, en España, Argentina, Estados Unidos, Colombia y Venezuela y por su desvelada compañía en las últimas semanas.
 Gracias a mi gran amigo Jesús Vallejo que en los momentos de mayor tribulación me enseñó a en encontrar la respuesta en la oración que Cristo nos enseñó: “Padre Nuestro…  …hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo…”

El Rincón de Dios

Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor está contigo, bendita seas entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María madre Dios, ruega por nosotros los pecadores ahora y en la ora de nuestra muerte, Amén.


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