La encrucijada política, estrategia de Petro
Petro, lejos de consolidar consensos, se ubica en el centro de una crisis que desborda los límites de la gobernabilidad. Su estilo confrontativo y sus decisiones han generado un ambiente de incertidumbre tanto en el plano interno como en el internacional. Nuestra patria atraviesa una de las coyunturas políticas más tensas de su historia reciente.
En el escenario local, su insistencia en intervenir en asuntos electorales y promover consultas populares que exceden las competencias presidenciales ha sido ampliamente cuestionada. La disputa con el Congreso y las Cortes se ha intensificado, paralizando varias de sus reformas clave. La renuncia de ministros y la fractura de su coalición reflejan un gobierno debilitado, con crecientes dificultades para sostener su agenda.
La tensión se ha trasladado también al ámbito internacional. La decisión de Estados Unidos de revocar la visa del presidente, tras sus declaraciones en Nueva York instando al ejército norteamericano a desobedecer órdenes de su comandante en jefe, marcó un punto de quiebre en la relación bilateral. Washington, principal socio comercial y estratégico de Colombia, ha encendido alarmas sobre el futuro de la cooperación en seguridad y comercio. Mientras tanto, el respaldo de dirigentes del chavismo venezolano a los discursos de Petro refuerza la percepción de un giro ideológico que inquieta a sectores moderados y empresariales.
Esta crisis no responde únicamente a un error diplomático o a un exceso retórico, sino a un estilo que privilegia la confrontación sobre el consenso. No cabe duda de que esta actitud no es un hecho aislado, sino una estrategia calculada para presentarse como víctima del “imperio”, con fines estrictamente electorales.
El desenlace aún es incierto. Petro conserva respaldo popular en algunos sectores que lo ven como un líder dispuesto a desafiar a las élites tradicionales. Sin embargo, la creciente desconfianza de otros actores políticos y económicos plantea un escenario complejo. El presidente no parece dispuesto a rectificar el rumbo ni a buscar acuerdos; insistirá en una estrategia de choque que podría dejar al país en una encrucijada aún más profunda. Su objetivo: conservar a sus aliados en el poder en 2026. ¡Abramos los ojos!
Pero que no se haga muchas ilusiones. Torear el avispero del hombre más poderoso del mundo, justo cuando ha decidido combatir con todas sus fuerzas el narcotráfico, su defensa a Maduro, el Cartel de los Soles y el Tren de Aragua lo pone a él y a sus aliados del ELN, las FARC y el Clan del Golfo en la mira. Y a Trump no le tiembla la mano para proceder como lo estime.
El Rincón de Dios
“Porque Dios no nos dio un espíritu de timidez, sino un espíritu de fortaleza, de amor y de buen juicio” 2 Carta a Timoteo 1,7
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