Como nunca antes
No comento las demoledoras encuestas, han sido analizadas en detalle; tampoco la enredada economía, los que saben la han explicado elocuentemente. Destaco casos puntuales: el crecimiento del PIB lo estima el Banco de la República en un pírrico 2,8%; la gestión de Juampa la desaprueban el 70% de los colombianos; el déficit fiscal rondará los 14 billones de pesos y después de una reforma tributaria que espanta la inversión y el desarrollo, nadie sabe como será cubierto. El gobierno de la ‘prosperidad’ lo ha hecho como nunca antes, gastó la bonanza en mermelada para mantener viva la tertulia de La Habana.
No nos oponemos a la paz o a los diálogos, es el camino. Sabemos que se negocia con el enemigo, conocemos sus triquiñuelas y engaños. De antemano esperábamos un tire y afloje intrépido; pero jamás que el tire fuese de los terroristas casi derrotados y el afloje del gobierno que tenía la sartén por el mango. Para que los diálogos prosperen y sean creíbles deben ser como cualquier negocio, de mutuo beneficio, no es lo que sucede.
Las señales son nefastas: Unasur como garante del desminado con el elefante a cuestas es como mosca en leche; el respaldo de Noruega al abogado Enrique Santiago desdibuja la neutralidad del país ‘garante’; la designación de Douglas Cassel cuya manida actuación en el proceso de Santo Domingo respaldó la condena de oficiales de la Fuerza Aérea y dio pié a indemnizaciones del Estado a muertos que siguen vivos, es un cumulonimbo capaz de derribar un Jumbo 747 y afrenta a nuestras Fuerzas Armadas; las ‘fallas mecánicas’ de las dos aeronaves de la FAC sin que aparezcan las cajas negras están por verse; decretar un cese bilateral disfrazado después del chantaje terrorista de las Farc es, además de flojera, bomba de tiempo a la credibilidad de lo qué y como se decide en La Habana.
De la contraparte las señales no son menos lamentables: la exigencia de conformar a su amaño una Comisión de la Verdad donde ellos serán los buenos y los restantes cuarenta y siete millones de colombianos los culpables de todas las fechorías de las Farc, es un golpe rastrero para los ciudadanos de bien; la decisión de no ir a la cárcel contrasta con lo sucedido con los paramilitares que la purgaron y los que incumplieron fueron extraditados y, ahora, chillan porque sueltan a quienes cumplieron condena; la insistencia de no entregar las armas hasta que se solucionen las ‘causas objetivas’ del llamado conflicto es una clara señal que las quieren para seguir delinquiendo y presionando por tiempo indefinido; el cambio de brazalete por el del ELN para violar impunemente el cese ‘unilateral’ destruye cualquier indicio de credibilidad en su voluntad de paz; su discurso sigue firme y consistente, su objetivo es la toma del poder.
Con esos ingredientes sigo sin entender la tertulia de La Habana; sin creer en el ‘proceso de paz’; sin ver voluntad alguna de los terroristas para enmendar sus culpas y merecer el perdón. Nos están entregando maniatados a siete mil facinerosos contra la voluntad del 70% que nos acompañan; me duele que Gobierno, Fiscalía y Congreso, sigan respaldando este bodrio contra el querer ciudadano. Por algo al primero le creen solo el 29% y a los otros escasamente el 20%. Lo dicen las tres últimas encuestas. ¿Seré buitre, mano negra o guerrerista? Ahí si el lenguaje no se desecala o es un eufemismo, ¿no ven que no soy terrorista sino simple ciudadano? los primeros son los que deben manejarse con guante blanco.
El rincón de Dios
“Espera un poco. Insiste. Dios permite esa angustia para purificar tu intención.” Mateo 15, 21-28.
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