sábado, 20 de junio de 2015

Crónica 594


Traigo como columnista invitado al padre Rafael de Brigard, párroco de la Parroquia de la Inmaculada en Bogotá, miembro importante de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén y director espiritual de uno de los grupos de Emaus más numerosos de la capital.

Feria de Mentiras
Rafael de Brigard, Pbro.

¿A quién le interesa la verdad? Ante Jesús, Pilatos, ya perdido en sus propios intereses y cobardía, preguntó: “¿qué es la verdad?”. Comisión de la verdad es la expresión que resuena en estos días en el contexto de los secretos diálogos de Cuba. El mundo actual ha “creado” un concepto de verdad de lo más falso e inútil que uno se pueda imaginar. Realmente cuando se dice verdad lo que se quiere significar, generalmente, es conveniencia, favorecimiento de los propios intereses y ocultamiento de los propios yerros y delitos.

Claro que un proceso de paz, si es que es en eso en lo que nos han metido de verdad y no en una feria de vanidades y lavadero de culpas, la verdad sería importante. Pero la pregunta es quién tiene la fuerza suficiente para hacer que la verdad “verdadera” salga a flote. No veo quién ni cómo.

No me hago la menor ilusión de que los guerrilleros sean capaces de pararse ante la nación a decir cuánta gente han asesinado, secuestrado, arruinado, cuánta riqueza del país han destruido, cuántas vidas han destrozado con su negocio de la droga. Sí estoy seguro de que para todo esto tienen una justificación pues para ellos el fin -su obsesiva revolución- justifica toda atrocidad. Tampoco, aunque en menor medida, me imagino a los políticos colombianos haciendo la lista de sus desaciertos, robos, indolencias, incapacidades para resolver los problemas que les atañen en su misión, enriquecimientos familiares y nepotismos. Sí estoy seguro de que tienen todo el cinismo para justificar su errática historia en la conducción de la nación. Y, así, sucesivamente, tampoco me imagino a ningún otro estamento de la sociedad dándose golpes sinceros de pecho ante la población por los errores y delitos cometidos. Pero bueno, para eso son las comisiones, para diluir la verdad, generalmente.

No me ilusiona sino la posibilidad de un futuro construido de otra manera y no la escritura de una historia que seguramente estará plagada de mentiras mil y mil. Pero ese futuro necesita otras personas, otros dirigentes, otro pensamiento político, social y también de oposición. Tal vez la única verdad hacia adelante, necesaria y urgente, sea que estamos urgidos de otra gente al frente del Estado y de los que se le oponen, pues lo que se tiene ahora es el fruto de toda mentira y falsedad. Lógicamente en un marco de derechos, deberes y libertades. ¿Qué es la verdad? Lo que haga que se vayan todos los que nos metieron en esta guerra y nos dejen vivir en paz a los demás. 

El rincón de Dios
“Salva, Señor, porque el piadoso deja de ser; porque los fieles desaparecen de entre los hijos de los hombres. Falsedad habla cada uno a su prójimo; hablan con labios lisonjeros y con doblez de corazón. Corte el Señor todo labio lisonjero, la lengua que habla con exageración;…”

jueves, 18 de junio de 2015

Crónica 593


He invitado hoy a mi querido amigo José Alvear Sanín a participar con su columna publicada en el Periódico Debate sobre un asunto que nos preocupa: la actitud de su Santidad comiéndole cuento a la mitomanía de Juampa.

Cuidado, Santidad, con los malos consejeros
La bien publicitada visitica de 20 minutos del Dr. Santos al Sumo Pontífice, donde se trataron según nuestro gobierno 13 temas (paz, víctimas, sus derechos, justicia, reconocimiento, reconciliación, complejidad de las negociaciones, perspectivas del postconflicto, situación política y social de América Latina), no pudo ser entones un intercambio de opiniones. No pasó de un breve episodio mediático cargado de consecuencias desfavorables para Colombia.

Su Santidad fue excesivamente efusivo (“Usted es la persona por la que más he rezado, mucho, mucho, por el proceso de paz”), y según Santos, dijo: “Estoy disponible e interesado en colaborar en el proceso”, aunque sobre la posibilidad de una mediación, “fue prudente”, porque aunque se “habló de posibilidades, eso tendría que ser algo que saliera de ambas partes”. Para responder a la cordialidad del Pontífice, el Dr. Santos extremó la zalamería y las carantoñas. 

¿Cómo es posible que el Papa se comprometa con un proceso repudiado por la generalidad de los colombianos?, a menos que esté muy mal informado y peor aconsejado. Si Francisco supiera que la paz de Timochenko y Santos se basa en la violación de todos los convenios del derecho internacional, en la impunidad por los delitos de lesa humanidad, en la admisión de una conexidad imposible del narcotráfico con los delitos políticos, en el respeto a los capitales producidos por la droga, en la no entrega de armas, en la justificación exaltada de la violencia, seguramente no aceptaría ponerse a las órdenes de Santos con frases tan comprometedoras como: “Lo que yo pueda hacer personalmente, y la Iglesia, cuente con nosotros. Lo apoyamos. Si necesita que tengamos un papel, estamos dispuestos a hacerlo”.

En la misma semana en que el Vaticano se prepara a divulgar una oportuna encíclica sobre la responsabilidad con que debemos preservar el medio ambiente, al Papa no le informaron de los derrames de crudo, que convierten amplias zonas de Colombia en territorios degradados y de casi imposible recuperación

Tampoco le comentan sus malos consejeros que Iván Márquez acaba de señalar a la Iglesia como una de las instituciones que deberán comparecen ante la “Comisión de la Verdad” para explicar su responsabilidad en la generación de la violencia en este país.

Como Jorge Mario Bergoglio pertenece, como yo, a la última generación que se formó dentro de la ortodoxia católica que tenía en la Compañía de Jesús su principal bastión, no puedo dudar de su integridad doctrinal y de su percepción del comunismo como el mayor enemigo de la Iglesia Católica. 

Tengo entonces que atreverme respetuosamente a llamar su atención dentro de la doctrina de la corrección fraterna, porque está exponiendo a la Iglesia y al pueblo colombiano a los mayores peligros, con una precipitación ingenua, por decir lo menos, frente a los peores delincuentes de nuestra historia, que no deben ser auxiliados por nadie, y menos por la Iglesia, en su marcha tenebrosa hacia el poder absoluto para ejercer una dictadura totalitaria e irreversible. 

Reconozco las excelsas condiciones del Papa, pero en su entorno tiene que estar funcionando un eficaz lobby de pésimos consejeros en relación con los asuntos colombianos. No hay que ser muy perspicaces para señalar a los contradictorios prelados dentro de la Conferencia Episcopal Colombiana y a los jesuitas extraviados en la Teología de la Liberación, que imperó durante el generalato del padre Arrupe, tan alejado del espíritu de san Ignacio, como los integrantes de esa cábala.

Afortunadamente, el actual Pontífice con frecuencia recoge velas y rectifica valerosamente cuando, por su generosidad y bonhomía, se deja llevar de emociones pasajeras, como las que indican sus excesivas palabras durante la cortica entrevista con nuestro ladino presidente. 

El rincón de Dios
“El que hiciere hoyo caerá en él; y al que aportillare vallado, le morderá la serpiente.” Eclesiastés 10:8.

sábado, 13 de junio de 2015

Crónica 592

Peligrosos e inocuos
Dicen que las Farc no han correspondido la magnanimidad de Juampa de prohibir las fumigaciones con Glifosato, peligroso herbicida cancerígeno. Este se aplicaba donde están los mayores cultivos de coca, en la selva, cuya población es de micos y culebras. Insensato sería que no protegiera la fauna y evitara afectar los ingresos de los apóstoles de ‘Timochenko’. Es sabido que el Glifosato cuando se aplica en cultivos de café, caña de azúcar, o arroz, es inocuo, en estos no se prohibió; desconozco por qué allí desaparecen sus efectos cancerígenos. Es que las maticas de coca son como los venenos de Mitriades, si no matan de una vez hacen el paciente invulnerable, por eso deben protegerse y despenalizar su consumo para bienestar de la sociedad.

Las Farc multiplican la generosidad de su mentor. Vea usted, para corresponderla decidieron volar oleoductos y derramar en tierras y fuentes hídricas algo inofensivo para la población civil y los ganados, esos si cercanos al lugar de los hechos. El petróleo, de acuerdo a sus conjeturas, no afecta a nadie y mientras Juampa suspende el peligroso Glifosato, ellos usan el beneficioso crudo que, acompañado de la voladura de torres de energía que dejan sin luz poblaciones por semanas, para nada perjudican, antes bien, disminuyen la factura de servicios públicos. La energía es peligrosa, puede electrocutar a quien la maneje con descuido; el reclutamiento de menores tampoco hace ningún daño, los guerrilleros los protegen de la violencia intrafamiliar de la cual los niños huyen despavoridos; igual el daño a las carreteras que impiden el paso de vehículos para prevenir accidentes que a menudo causan muertes de conductores y ocupantes.

Esta retribución fariana tiene otra enorme ventaja, disminuye sensiblemente el costo de transporte de soldados, protege su integridad, evita accidentes aéreos porque los aviones y helicópteros permanecen en lo hangares y los vehículos en los patios de estacionamiento de los cuarteles. Para los oficiales aún mejor, se liberan de acusaciones del eficiente fiscal Montealegre, que de otra manera tendría que pagar costosos falsos testigos para encartarlos y enviarlos a la cana.

¡Gente insensata! No creen en el maravilloso proceso de paz. ¿Que problemas puede tener la entrega de la producción agropecuaria a los discípulos de ‘Timo’? La zonas de reserva campesina serán fuente ilimitada de suministro de productos de pan coger que abaratarán la canasta familiar; sin el entrometimiento de las Fuerzas Armadas que los atosiguen porque serán autónomas, la maravillosa experiencia del Catatumbo donde la coca se utiliza como cultivo de rotación para proteger la capa vegetal y producir ingresos extras que la hace sostenible, será ejemplo para las demás.

La futura participación en el Congreso de ‘Timochenko’, ´Marquez’, ´Santrich’, ‘Lozada´, ‘Granda´ y ‘Catatumbo’, traerán a nuestra memoria épocas parlamentarias brillantes donde participaron Rafael Uribe Uribe, Jorge Eliecer Gaitán, Alberto Lleras Camargo, Gilberto Alzate Avendaño y Álvaro Gómez Hurtado, cuyas propuestas y discursos aparecerán pírricos al lado de los de nuevos prohombres que se vincularán a nuestro legislativo.

Ni que decir de los beneficios de promover un gobierno probo, democrático, ordenado, eficiente y libre de corrupción como los de Castro, Maduro, Rousseff, Krichner, Ortega y Morales, cuyos paradigmas nos conducirán a las mieles del socialismo del siglo XXI, en el cual rehabilitarán a Theodora injustamente destituida e inhabilitada por el Procurador General de la Nación y participará activamente Petro cuyo ejemplo gerencial en Bogotá es modelo indiscutible.

Definitivamente, si no entendemos estos dividendos, los colombianos somos bobos.

El rincón de Dios
"Y todo lo que pidáis en mi nombre, eso haré, para que el Padre sea glorificado. Si me pedís alguna cosa en mi nombre, yo la haré. Juan 14:13-14

lunes, 8 de junio de 2015

Crónica 591

El respeto de las reglas
Me tomo la libertad de adaptar esta enseñanza del Dr. Mario A. Rosen.
En mi casa me enseñaron bien. En mi niñez me hacían honrar dos reglas sagradas:
Regla N° 1: En esta casa las reglas no se discuten.
Regla N° 2: En esta casa se debe respetar a papá y mamá.
Y esta regla se cumplía en ese estricto orden. Una exigencia de mamá, que nadie discutía... ni siquiera papá. Astuta la vieja, porque nos mantenía a raya con una simple amenaza: "Ya van a ver cuando llegue su papá". Porque las mamás estaban en su casa. Porque todos los papás salían a trabajar... Porque había trabajo para todos los papás y todos los papás volvían a su casa. El respeto por la autoridad de papá era razón suficiente para cumplir las reglas.
Usted probablemente dirá que desde chiquito era un sometido, un cobarde conformista, pero acépteme esto: era bueno saber que uno tenía reglas que respetar. Las reglas me contenían, ordenaban y protegían. Me contenían al darme un horizonte para que mi mirada no se perdiera en la nada, me protegían porque podía apoyarme en ellas dado que eran sólidas... Y me ordenaban porque es bueno saber a qué atenerse. De lo contrario, uno tiene la sensación de abismo, abandono y ausencia.
Las reglas a cumplir eran fáciles, claras, memorables y tan reales y consistentes como era "lavarse las manos antes de sentarse a la mesa" o "escuchar cuando los mayores hablan".
Había otro detalle, las mismas personas que me imponían las reglas las cumplían a rajatabla y se encargaban de que todos los de la casa las cumplieran. No había diferencias.  Éramos todos iguales ante la Sagrada Ley Casera.
Sin embargo, muchas veces desafié "las reglas" mediante el sano y excitante proceso de la "travesura" que me permitía acercarme al borde del universo familiar y conocer exactamente los límites. Siempre era descubierto, denunciado y castigado apropiadamente… La travesura y el castigo pertenecían a un mismo sabio proceso que me permitía mantener intacta mi salud mental. No había culpables sin castigo y no había castigo sin culpables. Uno así vive en un mundo predecible.
El castigo era una salida terapéutica y elegante para todos, pues alejaba el rencor y trasquilaba los privilegios. Por lo tanto las travesuras no eran acumulativas. Tampoco existía el dos por uno. A tal travesura tal castigo. Nunca me amenazaron con algo que no estuvieran dispuestos y preparados a cumplir.
Así fue en mi casa. Y así se suponía que era más allá de la esquina de mi casa. Pero no… Me enseñaron bien, pero estaba todo mal. Lenta y dolorosamente comprobé que más allá de la esquina de mi casa había "travesuras" sin "castigo" y una enorme cantidad de "reglas" que no se cumplían, porque el que las cumple es simplemente un estúpido.
El mundo al cual me arrojaron sin anestesia estaba patas para arriba.
Conocí algo que, desde mi ingenuidad adulta nunca pude digerir, pero siempre me tengo que tragar: "la impunidad". En mi casa no había impunidad. En mi casa había justicia, justicia simple, clara, e inmediata. Pero también había piedad. Justicia, porque "el que las hace las paga". Piedad, porque uno cumplía la condena estipulada y era dispensado, su dignidad quedaba intacta y en pie. Al rincón, por tanto tiempo y listo... ni un minuto más, ni un minuto menos. Por otra parte, uno tenía la convicción de que sería atrapado tarde o temprano, así que había que pensar muy bien antes de hacer la pilatuna. Las reglas eran claras. Los castigos eran claros.
Y así creí que sería en la vida… Pero me equivoqué. Hoy debo reconocer que en mi casa de la infancia había algo que hacía la diferencia y hacía que todo funcionara. En mi casa había una "Tercera Regla" no escrita y como todas las reglas no escritas, tenía la fuerza de un precepto sagrado. 
Esta fue la regla de oro que presidía el comportamiento de mi casa:
Regla N° 3: No sea insolente. Si rompió la regla, acéptelo, hágase responsable y haga lo que necesita ser hecho para poner las cosas en su lugar. Ésta es la regla que fue demolida en la sociedad en la que vivo. Eso es lo que nos arruinó. La insolencia.
Usted puede romper una regla —es su riesgo— pero si alguien le llama la atención o es atrapado, no sea arrogante e insolente, tenga el coraje de aceptarlo y hacerse responsable. Pisar el césped, cruzar por la mitad de la cuadra, pasar semáforos en rojo, tirar papeles al piso, todas son fechorías que se pueden enmendar, a no ser que uno viva en una sociedad plagada de insolentes. La insolencia de romper la regla, sentirse un vivo, e insultar, ultrajar y denigrar al que responsablemente intenta advertirle o hacerla respetar; así no hay remedio.
El mal de los Colombianos es la insolencia. La insolencia está compuesta de petulancia, descaro y desvergüenza.
La insolencia hace un culto de cuatro principios:
- Pretender saberlo todo
- Tener razón hasta morir
- No escuchar
- Tú me importas sólo si me sirves.
La insolencia en mi país admite que la gente se muera de hambre y que los niños no tengan salud ni educación. Porque a la insolencia no le importa, es pequeña, ignorante y arrogante.
Bueno, así están las cosas. Me olvidaba, ¿Las reglas sagradas de mi casa serían las mismas que en la suya? Qué interesante. Demasiada gente me dice que ésas eran también las reglas en sus casas. Tanta gente me lo  ha confirmado que llegué a la conclusión que somos una inmensa mayoría. Y entonces me pregunto, si somos tantos, ¿por qué nos acostumbramos tan fácilmente a los atropellos de los insolentes?
Lo voy a contestar: porque es más cómodo y uno se acostumbra a cualquier cosa, para no tener que hacerse responsable. Porque hacerse responsable es tomar un compromiso y comprometerse es aceptar el riesgo de ser rechazado, o criticado. Además, aunque somos una inmensa mayoría, no sirve para nada, ellos son pocos pero muy bien organizados. Sin embargo, yo quiero saber cuántos somos los que estamos dispuestos a respetar estas reglas.
Les propongo que hagamos algo para identificarnos entre nosotros.
No tire papeles en la calle. Si ve un papel tirado, recójalo y tírelo en un tacho de basura. Si no hay un tacho de basura, llévelo con usted hasta que lo encuentre. Si ve a alguien tirando un papel en la calle, simplemente levántelo usted y cumpla con la regla 1. No va a pasar mucho tiempo en que seamos varios para levantar un mismo papel.
Si es peatón, cruce por donde corresponde y respete los semáforos aunque no pase ningún vehículo, quédese parado y respete la regla. Si es automovilista, respete los semáforos y los derechos del peatón. Si saca a pasear a su perro, recoja los desperdicios. Todo esto parece muy tonto, pero no lo crea, es el único modo de comenzar a desprendernos de nuestra proverbial insolencia.
Creo que la insolencia colectiva tiene un solo antídoto, la responsabilidad individual. Creo que la grandeza de una nación comienza por aprender a mantenerla limpia y ordenada.
Si todos somos capaces de hacer esto, seremos capaces de hacer cualquier cosa.
Porque hay que aprender a hacerlo todos los días. Ése es el desafío.
Los insolentes tienen éxito porque son insolentes todos los días, todo el tiempo. Nuestro país está condenado: O aprende a cargar con la disciplina o cargará siempre con el arrepentimiento.
El Rincón de Dios
“Es Jesús la belleza que tanto les atrae; es Él quien les provoca con esa sed de radicalidad que no les permite dejarse llevar del conformismo; es Él quien les empuja a dejar las máscaras que falsean la vida; es Él quien les lee en el corazón las decisiones más auténticas que otros querrían sofocar. Es Jesús el que suscita en ustedes el deseo de hacer de su vida algo grande” (S.S. Francisco, Mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud 2015).

martes, 2 de junio de 2015

Crónica 590

Rosario de Perlas II
Los comandantes de las Farc en La Habana; sus amistades íntimas; y el gobierno con su silencio cómplice, siguen haciendo todo lo posible para que a quienes desconfiamos en el proceso de La Habana se nos profundicen las dudas. Las declaraciones de “Carlos Antonio Lozada”, chantajeando a Juampa con la cartica donde se acepta que todo lo que figure en la Plataforma Bolivariana por la Nueva Colombia de las Farc, es negociable, causa enorme desconcierto. La plataforma, pueden verla en este enlace: https://resistencia-colombia.org/index.php/farc-ep/documentos/376-plataforma-bolivariana-por-la-nueva-colombia. Si tenemos la paciencia de leer los documentos de los acuerdos ya firmados y se comparan con el mencionado, se nos paran los pelos de punta, aceptan los enunciados en la plataforma casi al pie de la letra, negociarlos no pasa de ser una pantomima para distraer incautos. ¿Estaban avalados en el escrito escondido para el público que ahora ha solicitado la Senadora Paola Holguín? Lamentablemente así parece. 
El lanzamiento de la candidatura de Humberto de la Calle a la presidencia de la república hecho por Piedad Córdoba es inaudito, a pesar de haber dejado de creerle, teníamos aceptable imagen del Dr. De la Calle, pero que Theodora sea quien lance su candidatura equivale a que lo hiciere el Secretariado de las Farc, y, si de allí viene, es otro palo en la rueda que atraviesan a la credibilidad de la tertulia habanera. Confirmaría el camino trazado hacia el socialismo del Siglo XXI que los “buitres” seguimos denunciando.  
Lo anterior despeja otras dudas a los incrédulos, de los cuales hago parte. 
Me cuentan personajes bien informados la oscura misión de la Canciller en La Habana. Obviamente no es la defensa del proceso internacionalmente, ni el trámite de la no extradición de los mafiosos de La Habana, ni la resurrección de las Farc en el extranjero, ni el regreso de ‘Simón Trinidad’, ni borrarlos de la lista de terroristas, esa tarea está hace rato concluida y sus frutos se irán viendo a corto plazo. 
La tarea de María Ángela Holguín es, como ahora se dice, ‘socializar’ el esguince a la Corte Penal Internacional que no ha podido vender el Fiscal. Se han ideado una figura aparentemente genial: como los comandantes están de plácemes en la Isla, se les aplicará un destierro temporal como castigo que reemplace la reclusión. Así los tropiezos que se han atravesado a la justicia transicional para los grandes jefes, se reemplazaría por el nuevo invento, la trasnacional. Si a los de abajo, se las aplica la primera con penas reducidas o alternativas, a los de arriba se les reconoce el tiempo de negociaciones y se condenan por dos años más, pagados por los contribuyentes colombianos, para purgar las penas con vacaciones en el Laguito de La Habana, donde hoy residen. De allí regresan con borrados antecedentes, sin ordenes de captura, limpios para disfrutar de sus curules en Congreso, Asambleas y Concejos. Y si se prolongan las conversaciones, todavía más fácil, ya tendrán la pena cumplida.
El Rincón de Dios
Necesitamos recomponer, más que las formas de nuestra fe, también el modo de vida que llevamos: el divorcio existente entre lo que decimos y luego hacemos.” Benedicto XVI

Crónica 961

¿Otra vez mi general borracho? Definitivamente tenemos un desgobernante digno de admiración: nombra los principales delincuentes “gestores d...