¿Enemigo de la paz? II
“…hay invencibles dificultades legales y sociales para llevar adelante el pensamiento salvador de reprimir los delitos y castigarlos; porque aquí causan alegría los triunfos del crimen contra la justicia, o por lo menos pasan inadvertidos; porque los resortes de la sanción moral están relajados profundamente y tomados del orín de la indiferencia…” Rafael Uribe Uribe
Tengo dudas respecto al proceso de paz. Antes dejo claro que respeto y acataré, aunque no comparta, la posibilidad de una justicia transicional aplicable a los terroristas de las Farc.
Discrepo del tratamiento dado a nuestros militares, excluyendo desde luego a los participantes en falsos positivos. Para muchos, la suerte se manipula a través de testigos amañados o aparecidos de ordenes procedentes de la Habana. Ya existía la odiosa persecución de una justicia infiltrada por la izquierda radical contra nuestras gloriosas Fuerzas Armadas.
No entiendo por ejemplo la condena a oficiales que defendieron nuestra democracia y nuestra patria. Mientras el Coronel Alfonso Plazas Vega es condenado a 30 años de prisión, a Gustavo Petro, haciendo toda clase de esguinces a la ley, se le restituye en la Alcaldía de Bogotá. Los que atacaron el Palacio de Justicia fueron los del M 19 que gozan de libertad por haberse desmovilizado, a lo que no me opongo; pero la ley debe aplicarse con igualdad: “o todos en la cama, o todos en el suelo”. Los del M asesinaron Magistrados a mansalva y sobre seguro mientras a Plazas Vega se le endilga un desaparecido cuya prueba está en veremos.
El caso del General Jaime Alberto Uscátegui condenado a 37 años, a quien la misma Corte reconoce que no tenía nexo alguno con los paramilitares, es aberrante achacarle responsabilidad por la masacre de Mapiripán, municipio fuera de su jurisdicción, desconociendo de plano normas de la jerarquía militar. La suerte del coronel Hernán Mejía Gutierrez no es otro caso aislado, hace parte del complot, es el oficial más condecorado de Colombia por su valor y resultados en acciones de combate, descubrió las madrigueras de ‘Raúl Reyes’, ’El Mono Jojoy’ y ‘Alfonso Cano’; pero para Juampa, que se desempeñaba como Ministro de Defensa, no hubo empacho para dar credibilidad a acusaciones no probadas, como igual hizo con el Almirante Arango Bacci quien finalmente logró probar su inocencia. La desmoralización de las Fuerzas Armadas es uno de los componentes de la inseguridad que ahora el país vive.
La justicia debe ser simétrica para que haya credibilidad en el proceso. Los militares que nos han defendido no pueden estar presos mientras por las calles se vayan a pavonear sin reato ‘Timochenko’, ‘Iván Márquez, ‘Rodrigo Granda’ y toda la jauría de La Habana. Lo grave es que no puede mancillarse el honor militar de quienes nos defendieron, equiparándolos con una pandilla de facinerosos. Debe buscarse una fórmula que no hiera su dignidad para otorgarles libertad.
De otro lado, aunque algunas de las objeciones del Centro Democrático me parecieron excesivas, las explicaciones de De la Calle y Sergio Jaramillo fueron tan traídas de los cabellos que alejan la credibilidad en el proceso. Si me aclaran las dudas que se reflejan en este enlace http://www.periodicodebate.com/index.php/opinion/columnistas-nacionales/item/6744-quien-miente-santos-o-uribe me convierto en defensor incondicional del proceso de paz de JMS.
El rincón de Dios
"Cuando se suprime la justicia, ¿qué son los reinos sino grandes bandas de ladrones?". San Agustín
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