miércoles, 5 de noviembre de 2014

Crónica 569

Más perdidos que el hijo de Lindbergh
“El populismo es tan amigo de los pobres que los multiplica”
Juampa dejó claro que si queremos paz tenemos que tragar sapos, a pesar de que como tahúr es cañero, le creo. Está escrito en los tres documentos publicados, firmados y ratificados por las declaraciones de los guerrilleros en la Habana. No profundizo en el tema, sobre este ha corrido mucha tinta. Igual se confirma con las amañadas visitas de las víctimas; el traslado a la vacacional isla de un grupo de guerrilleros, a los cuales dizque les estaban respirando en la nuca, por lo cual fueron reclamados por ‘Timochenko’; en el Europa tour sacando ponchera para las limosnas aplicables al posconflicto, que para Juampa está de un cacho, mientras sus ministros lo ven lejos y los ciudadanos de a pié lejísimos.
El problema no es la duración del proceso ni el costo que para los contribuyentes representa, para eso el Ministro Cárdenas cuenta con fuerza alcabalera suficiente. El problema de fondo es lo que se está entregando a un grupo de bandidos, cuyas atrocidades se han cometido “solo por lamentables errores sin intención alguna”, para permitirles llegar al poder a las carreras, lo que no lograron en 50 años de lucha armada. 
Sobran ejemplos, Nicaragua, Salvador, Guatemala, para no contar otros países capitaneados por el el Foro de Sao Paulo: Venezuela y Bolivia y, los más disimulados, Ecuador, Argentina y Brasil. Las estrategias son idénticas y allí los gobiernos pasan por democráticos, aunque ya sean o se vayan convirtiendo en dictaduras.  
Una sola capitulación, cuya primera muestra se ejecutó gracias a la inteligente intervención del pulcrísimo Secretario de Unasur, la Zona de Reserva Campesina del Catatumbo, va mostrando sus frutos en las 340.000 hectáreas que la conforman: Las Farc son las que permiten, si les viene en gana o les conviene, el libre tránsito de personas, vehículos, o alimentos; los cultivos de coca y la minería se explotan bajo su tutela; la seguridad es la que ellos imponen; el comercio lo regulan. Tienen libre tránsito por el país vecino sin que el gobierno de nuestro país se inmute. Es lo que esperan multiplicar en los diez millones de hectáreas a que aspiran. Por supuesto, ellos serán los que guíen las elecciones con las armas que “dejaron”, pero en lugares seguros para tenerlas a la mano.
La reforma agraria integral que está pactada, es peor que la ideada por Carlos Lleras que fracasó por la paupérrima distribución de minifundios, muchos de los cuales acabaron convertidos en fincas de recreo o fueron adquiridos para volver a formar unidades productivas. Lo afirmo, porque pertenecí a la junta directiva del Incora. La propiedad privada de la tierra queda en manos de unos bodrios donde participarán los actuales guerrilleros con injerencia directa en que se expropia y como, y a quien se entrega. Los proyectos de la altillanura, que es uno de los grades potenciales de nuestra patria, están en veremos, quienes proponen y legislan —inspirados por los hermanos Castro y el buen ejemplo de productividad de Venezuela— lo que conocen de agricultura son los jardines de sus fincas de recreo y los campos de golf de los clubes bogotanos.
De La Calle insiste en que las Farc “dejarán” las armas, que no es lo mismo que entregarlas, porque eso “no está ni en la gramática ni en el lenguaje de la guerrilla”. 
Con detalles como estos, estamos más perdidos que el hijo de Lindbergh.
El Rincón de Dios

“Si un día la tristeza te hace una invitación, dile que ya tienes una invitación de la alegría y que le serás fiel toda la vida” Papa Francisco

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