domingo, 16 de noviembre de 2014

Crónica 570

Raíz cuadrada de pi

El resultado es un número irracional, como lo es el manejo que se da al proceso de la Habana. No lo digo yo, lo dicen las encuestas. El 80% no quiere la paz con impunidad; el 70% no quiere que se premien los terroristas con curules en el Congreso; el 98% no aceptan que las armas no se entreguen. El 71% cree que la seguridad está mal conducida; el 59% no cree en el proceso de paz; el 56% no estima factible que se firme. O falta mucho por explicar y gestos verdaderos de la guerrilla que nos dejen ver la luz al otro lado del túnel, o nos está atacando el Alzheimer.

El foro realizado por El Tiempo, nos dejó desconcertados: no hay una sola respuesta  que despeje las dudas a los “buitres” que desconfiamos del proceso y, vemos con preocupación, un desenlace horrendo ratificado dentro del montaje fraguado de una consulta cuyo primer esguince a la transparencia es hacerla conjuntamente con unas elecciones, para superar con doblez el umbral constitucional. Si Roy Barreras asegura que no habrá tiempo para el referendo, ¿por qué no nos cuentan como se legitimarán los acuerdos?

El cuento de Humberto De La Calle de que "no se está tratando de refundar la patria” no es consistente con lo revelado en los documentos de la negociación; las explicaciones sobre reforma agraria de Sergio Jaramillo, cuyo único conocimiento agrícola es la recreación filosófica de su vista por el jardín de su casa, no convence a un estudiante de primaria; las del general Jorge Enrique Mora asegurando que la “dejación o entrega —de las armas— es solo una discusión semántica” nos deja colgados de la brocha; lo del Fiscal ni lo menciono, da vergüenza. Son parte de las dudas que deja el foro.

No hubo claridad tampoco en el eurotur engalanado con un doctorado amañado, expedido como dice mi amiga Cristina de Toro por una universidad de garaje, donde Juampa tuvo la desfachatez de engalanarse con un gorro de ahuyama para ambientar la ponchera para los recursos del posconflicto que llevó por lana y trajo trasquilada. Las declaraciones de Juampa para justificar la frustración de su viaje, asegurando lo contrario a lo que declaró e hizo publicar, añaden dudas a la credibilidad que debe tener el proceso.


Pero el problema de fondo es la actitud de la guerrilla. Démosles el beneficio de la duda de que se aceptó negociar en medio del conflicto; ello implica que no sería punible si se enfrentan con las Fuerzas Militares que los persiguen —¿perseguían?—; pero si lo es que sigan atacando la población civil; vulneren los territorios indígenas y asesinen a sus guardias; secuestren, acto que se habían comprometido a no repetir; destruyan la infraestructura; recluten niños; continúen cometiendo toda clase de delitos atroces; se empecinen en no reconocer que son victimarios, y sigan despotricando desde la Habana contra todo lo que dicen estar negociando. Por eso, solo el 28% de los colombianos creen en el proceso de paz. (La diferencia de los que no creen que figuran en las encuestas y esta cifra, es de los que contestan que no saben o no responden). 

 Si esperan que a quienes nos endilgan el mordaz calificativo de “enemigos de la paz” creamos, el gobierno y la guerrilla deben dejar de tratar de engañarnos y mentir y, los guerillos además, cambiar de comportamiento.

El rincón de Dios

“Toda violación de la verdad no es solamente una especie de suicidio del embustero, sino una puñalada en la salud de la sociedad Emerson












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