miércoles, 27 de febrero de 2013

Crónica 501


La paradoja de la renuncia del Papa

Es mucha la tinta que ha corrido en los medios sobre las ‘causas’ de la renuncia del Papa, muchas de las cuales no dejan de ser especulaciones o interpretaciones amañadas de los medios, interesados en desprestigiar la Iglesia Católica. No quiero afirmar que no haya problemas en su interior, eso no es ajeno a colectividad alguna, y me consta en muchas de las que en mi larga vida he conocido.
Queramos o no, la Iglesia Católica es la más antigua de las instituciones que existe. Cuando el imperio romano estaba en su apogeo ya se encontraba en vigor y, como dice Vittorio Messori, “…sus vicisitudes han recorrido veinte siglos, ha visto surgir y morir todos los reinos y desvanecerse a todos los potentes y, a pesar de todo, ha llegado a nosotros y no tiene intención alguna de despedirse del mundo. Su pueblo y sus pastores —cardenales y obispos— pertenecen a todas las estirpes y todas las culturas, como no sucede en ninguna otra parte ni lugar. Último Estado teocrático, última Monarquía absoluta, es al mismo tiempo el lugar más democrático: todo seminarista, por pobre y oscuro que sea, sabe que tendrá en su alforja de sacerdote una posibilidad de ser papa, o al menos cardenal u obispo. El más oscuro de los bautizados tiene —en el interior de sus muros espirituales— los derechos y los deberes del más rico o potente de la tierra entera.”
Los pastorcitos de Fátima, Bernardette de Lourdes, pobres entre los pobres; la Madre Laura, el padre Marianito y cientos de buenos creyentes alcanzaron la gloria de los altares, sus imágenes recorren todo el mundo y a sus lugares acuden miles de peregrinos en busca de su intersección, o aún por simple curiosidad. La Iglesia Católica es la única que se da el lujo de venerar los cuerpos incorruptos de santos muertos hace años, o siglos.
Pero me estoy apartando del tema: la renuncia que hoy se hizo efectiva de Benedicto XVI. Estudiando documentos de hace algunos años, encuentro con sorpresa que muchos de quienes hoy critican la renuncia del Papa, son los mismos que pedían a gritos la de Juan Pablo II. El primero no tiene derecho a sentirse frágil, el segundo tampoco lo tiene a creer que los designios de Dios es la espera hasta su muerte. Para cualquiera es una decisión que podría calificarse de exótica cuando en la historia solo dos papas han declinado a su ministerio.
Y sobre este punto no voy a detenerme tratando de defender o atacar conceptos variopintos tomados de los medios internacionales. Mi pensamiento se resume en menos de un párrafo: Benedicto XVI tuvo la valentía y la humildad que le ha faltado al presidente Chávez. Se ha desprendido de sus deberes con reverencia, sin aspavientos, ha dejado de ser uno de los hombres más importantes del planeta para dedicarse a la meditación y a la oración. ¡Que ejemplo le ha dado al mundo! La historia lo recocerá cuando llegue su momento.

El Rincón de Dios

“La humildad es el puente de cristal que conduce al cielo” María Esperanza de Bianchini (Sierva de Dios)

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