jueves, 29 de septiembre de 2011

Crónica 454


Madera para el serrucho

La medida de establecer cupos para la compra y matrícula de automóviles nuevos a base de subastas para la matrícula, o cupos, como se hace con los taxis, no logrará otra cosa que acrecentar la corrupción en las oficinas de tránsito, igual que la idea de no permitir la elección del número de la placa dizque para evitar el conejo al pico y placa.
El argumento de la primera es que se tomará con el propósito de asegurar la salida de carros viejos para chatarrizar a cambio del cupo para matricular un vehículo nuevo. Suena bonito; pero detrás de la medida vienen los chanchullos en las oficinas de matrículas. Así pasa con los taxis desde hace tiempos, es una fuente adicional de ingresos para funcionarios corruptos. Conocí muchos casos donde se creaban compañías que se dedicaban al negocio: compraban los taxis de contado en los concesionarios y en la oficina de tránsito los cupos para la matrícula que a su vez vendían con un elevado margen al taxista comprador. Para colmo de males, muchas veces estafaban al pobre comprador. Entiendo que el mismo tráfico también ocurre con los tractocamiones, aunque de una manera más sofisticada. De todas maneras hay intermediarios sin ética que se llenan los bolsillos.
En el caso del pico y placa, pasa lo mismo. Mencionando solo a Bogotá, se que  matriculadores por conseguir el número de placa preferido por el comprador, cobraban entre cien mil y quinientos mil pesos cuando quisieron implantar la entrega aleatoria de las placas. Los compradores han encontrado otros caminos para minimizar la inversión en vehículos nuevos. Simplemente compran un auto usado, mucho mas económico, con el número de placa que necesitan, y cada semestre, cuando rotan las numeraciones del pico y placa, lo cambian por otro similar con el número que les convenga. De manera que tratar de evitar un carro adicional con este propósito no pasará de ser una inocentada. El que tiene con qué compra su segundo vehículo con el número que quiere, a lo bien, o serruchando. Lo que sobra es el pico y placa, que es un sistema absurdo, y solo perjudica a quienes dependen de su automóvil para su trabajo y la plata no les alcanza para otro. Algunos han recurrido a una solución intermedia, adquirir una moto para sacarle el cuerpo a la medida y poder trabajar. De manera que lo perseguido jamás se ha conseguido con esta medida.
Cuando se sale a carretera se ven familias en sus carritos viejos, una evolución de la moto al automóvil. En un país en desarrollo es inevitable que esto ocurra, de manera que si quieren sacar los vehículos viejos de circulación debe recurrirse a ideas mas imaginativas: rebajar los impuestos para los carros pequeños, o de entrada como ahora se les llama, subsidiar la chatarrización, crear incentivos tributarios para los fabricantes y concesionarios que les permitan trabajar este segmento con márgenes pequeños, etc.   

Ahora chupe y no se queje

Muchos nos sorprendimos cuando Santos escogió como fórmula para la Vicepresidencia a Angelino Garzón, no por sus tendencias de izquierda que ha manejado con discreción y destreza, sino por el contraste entre el cachaco de alta alcurnia y el sindicalista de origen mas humilde. Nos parecía que el whisky no hacía maridaje con el aguardiente.
Cuando Angelino criticó la fórmula de Planeación para medir la pobreza a Santos no le gustó, estaba en contravía de lo que el gobierno buscaba: que se vieran menos pobres de los que realmente hay para sacar más pecho, y acercarse más a las mediciones internacionales para facilitar comparaciones entre países, lo que está bien. Resolvió pues regañar, sin mencionar nombres como le obliga su actitud camaleónica, a los que hablaban contra los postulados del gobierno, y Garzón, que de bobito nada tiene, entendió el mensaje “al que le caiga el guante que se lo chante” y se lo chantó. La respuesta fue contundente: “Yo no soy funcionario del gobierno, me eligieron popularmente con nueve millones de votos (los de Santos que muchos venían de Uribe) y no dejaré de opinar”, palabra más, palabra menos.  
Estoy totalmente de acuerdo con Garzón de que un individuo con un ingreso de $190.000 mensuales no solo es pobre, está tragado de la tierra. Cambia un poco la cosa cuando esta cifra se cataloga como el gasto de cada una de las personas que conforman una familia de cuatro puede hacer. De manera que démosle el beneficio de la duda a Planeación y al grupo de expertos internacionales que participaron en el estudio. Al menos hay una fórmula clara para medir la pobreza. Lo importante es ¿que sigue para derrotarla en el tiempo.?
 Conozco demasiadas familias que viven de un salario mínimo de $ 565.000. ¿Debería ser este de $ 760.000  ($ 190 M x 4) para estar acorde con el límite de pobreza establecido por el estudio?  Sería lo justo ¿Pero lo aceptarían los mismos economistas que participaron en este evento? Alegarán entonces los efectos inflacionarios que lo anularían. ¡Que galimatías! 

El rincón de Dios

«De aquí se alimentan la fe y la esperanza. En medio de los problemas del mundo y de las propias dificultades, el miembro del Regnum Christi no aparta su mirada ni su corazón de esta certeza. El amor misericordioso del Padre es más fuerte que todo el mal presente en el mundo y que toda miseria que lacera la propia alma» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 139).

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