martes, 14 de mayo de 2019

Crónica 758

Remembranzas

He venido repazando la vida del General Uribe ya que me sorprende la vigencia de su pensamiento a pesar de los ciento cinco años de su mangnicidio. Y me encuentro en uno de sus discursos, aprates de una semejanza sorprendente entre los presidentes Caro, Santos y muchos de nuestros políticos. 
Dice el General:
 “Si como Heliogábalo, nuestro mandatario omnipotente no hizo soltar panteras entre sus convidados, difundió en cambio la peste de la corrupción y desperdigó los sabuesos del espionaje en medio de un pueblo indefenso. Perversidad por perversidad, teniendo en cuenta las circustancias de las dos épocas y de las dos civilizaciones, el señor Caro será juzgado por la historia como responsable de mayor crímen que el déspota romano, si obró conscientemente; y la locura por locura nuestro deplorable compatriota se nos aparece como mayor monstruo, si fue la fatalidad de un organismo dislocado quien lo arrastró a la terrible extravagancia.”
“El carácter distintivo de la administración Caro fue la falta absoluta de moralidad. Parece que él creyera con el obsipo Camus, que “la política no es tanto el arte de gobernar como el de engañar a los hombres”,puesto que efectivamente en engañarnos, burlarnos y traicionarnos a todos fue en lo que durante seis años se entretuvo. Por lo visto, para él tiene la política una lengua aparte cuyas locuciones no significan lo mismo en las demás materias ni para los demás hombres. Para él como para los escobares y sofistas que lo defendieron, jurar un gobernante sobre los santos evangelios que cumplirá la Constitución y la ley, significa unas veces que lo jura y no que efectivamente lo cumplirá, y otras que no queda obligado a lo uno y a lo otro. Él y los suyos desnaturalizaron el diccionario como lo desnaturalizaron todo, y llegaron a acuñar moneda falsa con los vocablos, como se interpusieron para evitarles el castigo a los que habían puesto en circulación billetes apócrifos del Banco Nacional. Los hombres sencillos, los que pensamos que engañar, mentir y perjurarse no puede ser arte ni ciencia sino bellaquería; los que entendemos el lenguaje en un sentido recto y somos esclavos de nuestra palabra una vez comprometida; los que profesamos que la política está subordinada a la moral y que esta prohibe la doblez y la falsía; esos, no entendemos los casuimos y sutilezas teológicas; pero los políticos maquiavélicos las entienden perfectamente, toman sus medidas en consecuencia y a despecho de la mayoría de hombres rectos y honrados logran alcanzar fortuna y poder, que de otro modo les habría sido imposible conseguir.”  
¡Al que le caiga el guante… que se lo chante! 

El Rincón de Dios

“La consecuencia de tus actos son la evidencia de tus valores” Anónimo

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