Felices
Pascuas
Le deseo a todos mis amables lectores. Gracias por su
paciencia, le da vida a esta columna.
El
embarazo del Caguán
Aunque se diga a los cuatro vientos que el avance de
las conversaciones en la Habana va viento en popa, creo más bien en una calma
chicha, esa quietud que desespera, en la que por falta de viento no hay negro
ni blanco, ni bien ni mal. Lo intuyo porque andan enredados en el tema de las
tierras, con la insistencia de las Farc en que las Zonas de Reserva Campesina
se conviertan en un clon del Caguán donde la autonomía dependa de las Farc, los
jueces no tengan acceso, los alcaldes menos y, por supuesto, la fuerza pública
jamás pueda entrar. Algo así como San José de Apartadó, que de comunidad de paz
pasó a ser un reducto de las Farc al que solo tienen acceso Teodora, Gloria
Cuartas, el padre Javier Giraldo, y otros que se hacen llamar defensores de los
derechos humanos, de ese estilo.
El parto sería múltiple, aspiran a 9 millones de
hectáreas distribuidas a lo largo y ancho de la patria, como quien dice tres
Caguanes, o sea trillizos, con la diferencia de que por estar en todas partes,
tendrían movilidad sin límites para sus tropelías y el manejo de dos de sus más
lucrativos negocios, la coca y la minería ilegal de oro.
Para discutir este y otros enredos del campo llevan
cuatro meses de conversaciones, porque de negociaciones nada, lo que querría
decir que, para desempolvar los otros cuatro puntos de la agenda inicial, sin
nada de colgandejos, se necesitarían otros dos años por lo menos. Temas tan sensibles
como el narcotráfico, en el que las Farc dicen no estar metidas, y la dejación
de las armas, podrían prolongar la tertulia antes de que se pueda pensar en un
acuerdo.
Están de por medio dos aspiraciones que hacen daño a
la objetividad de los diálogos, que hasta ahora de allí no pasan: el premio
Nobel de la Paz y la reelección presidencial, a lo que Juan Manuel no renuncia.
Para el primero el acelerador es vital, para el segundo también, visto desde la
óptica de la deteriorada imagen del Presidente, aunque pueda venderse la idea
de Enrique Santos sobre la necesidad de la reelección de su hermano, pues no se
lograría la elección de otro presidente con igual disposición de paz, de
entrega diría yo, que soy mal pensado. Por algo será que durante su gobierno ya
tiene una pulgada de callo en las rodillas.
Falta ver hasta donde el gobierno va a ceder.
Necesita darle paso a algo del socialismo del siglo XXI (el aperitivo) a que se
comprometió con su nuevo mejor amigo para sacar a flote el embeleco de unas negociaciones
con rumbo equivocado. Ya vimos que prefirió ir a los homenajes al muñeco de
cera del comandante coronel paracaidista, que a la iniciación del nuevo papado
al que asistieron 132 jefes de Estado incluidos Cristina y Correa, sus otros
amigos entrañables. Santos tiene una disculpa a ese desatino, se vino a
Medellín a ver si levanta cabeza, porque acá está tan caído que le cortamos la
cola al perro para que no lo saludara.
El
Rincón de Dios
“Una
condición previa para la paz es el desmantelamiento de la dictadura del
relativismo moral y del presupuesto de una moral totalmente autónoma, que
cierra las puertas al reconocimiento de la imprescindible ley moral natural
inscrita por Dios en la conciencia de cada hombre.” Benedicto
XVI