La paradoja de la renuncia
del Papa
Es mucha la tinta que ha corrido en los medios sobre
las ‘causas’ de la renuncia del Papa, muchas de las cuales no dejan de ser
especulaciones o interpretaciones amañadas de los medios, interesados en
desprestigiar la Iglesia Católica. No quiero afirmar que no haya problemas en
su interior, eso no es ajeno a colectividad alguna, y me consta en muchas de
las que en mi larga vida he conocido.
Queramos o no, la Iglesia Católica es la más antigua de
las instituciones que existe. Cuando el imperio romano estaba en su apogeo ya
se encontraba en vigor y, como dice Vittorio Messori, “…sus vicisitudes han
recorrido veinte siglos, ha visto surgir y morir todos los reinos y
desvanecerse a todos los potentes y, a pesar de todo, ha llegado a nosotros y
no tiene intención alguna de despedirse del mundo. Su pueblo y sus pastores
—cardenales y obispos— pertenecen a todas las estirpes y todas las culturas,
como no sucede en ninguna otra parte ni lugar. Último Estado teocrático, última
Monarquía absoluta, es al mismo tiempo el lugar más democrático: todo seminarista,
por pobre y oscuro que sea, sabe que tendrá en su alforja de sacerdote una
posibilidad de ser papa, o al menos cardenal u obispo. El más oscuro de los
bautizados tiene —en el interior de sus muros espirituales— los derechos y los
deberes del más rico o potente de la tierra entera.”
Los pastorcitos de Fátima, Bernardette de Lourdes,
pobres entre los pobres; la Madre Laura, el padre Marianito y cientos de buenos
creyentes alcanzaron la gloria de los altares, sus imágenes recorren todo el
mundo y a sus lugares acuden miles de peregrinos en busca de su intersección, o
aún por simple curiosidad. La Iglesia Católica es la única que se da el lujo de
venerar los cuerpos incorruptos de santos muertos hace años, o siglos.
Pero me estoy apartando del tema: la renuncia que hoy
se hizo efectiva de Benedicto XVI. Estudiando documentos de hace algunos años,
encuentro con sorpresa que muchos de quienes hoy critican la renuncia del Papa,
son los mismos que pedían a gritos la de Juan Pablo II. El primero no tiene
derecho a sentirse frágil, el segundo tampoco lo tiene a creer que los
designios de Dios es la espera hasta su muerte. Para cualquiera es una decisión
que podría calificarse de exótica cuando en la historia solo dos papas han
declinado a su ministerio.
Y sobre este punto no voy a detenerme tratando de
defender o atacar conceptos variopintos tomados de los medios internacionales.
Mi pensamiento se resume en menos de un párrafo: Benedicto XVI tuvo la valentía
y la humildad que le ha faltado al presidente Chávez. Se ha desprendido de sus
deberes con reverencia, sin aspavientos, ha dejado de ser uno de los hombres
más importantes del planeta para dedicarse a la meditación y a la oración. ¡Que
ejemplo le ha dado al mundo! La historia lo recocerá cuando llegue su momento.
El Rincón de Dios
“La humildad es el puente de cristal
que conduce al cielo” María Esperanza de Bianchini (Sierva de
Dios)