Dios no castiga ni con
palo ni con rejo
Nos decía mi
madre cuando estábamos pequeños. Eso le pasa a Santos con la tendencia en caída
libre que sigue presentando en las encuestas. El castigo lo está recibiendo de
sus electores, y, lo más grave, de los estratos 1 y 2 que son los que más votos
ponen. Lo peor, la última encuesta se realizó en momentos en que gozaba de la
mejor exposición mediática en los días de la Cumbre, para lo cual es mago.
No es de
extrañar: No puede seguir impunemente de noticiero en noticiero y de coctel en
coctel pregonando sus maravillas, mientras el país va para atrás como el
cangrejo, otra expresión de mi madre.
Acepto que el
invierno no es culpa de Santos, más faltaba, pero es un hecho que estaba
anunciado y muy poco se hizo para mitigar las consecuencias de tiempo atrás
conocidas. Era necesaria la intervención del Presidente a través de sus órdenes
y directrices, para que las autoridades responsables se pusieran las pilas. Eso
no se logra en un coctel con los Cacaos. Se alcanza visitando los lugares
afectados, enterándose de primera mano de la necesidades locales, y teniendo el
país en la cabeza.
Puede seguir
diciendo lo que quiera sobre seguridad; pero la verdad es que no funciona como
debiera. Para ello se necesita constante estímulo a las Fuerzas Armadas que es
la más preciada institución de la patria. No abandonarla al albedrío de juicios
torcidos montados por colectivos de abogados alejados de la ética y financiados
a través de dineros de procedencia incógnita o ilícita, e influidos por
apetitos financieros de la peor calaña.
Nadie se
opone a las buenas relaciones con los vecinos, pero al menos esperamos de ellos
la lealtad que merecemos. Esto se obtiene si nos acompañan de buena fe en
eventos como la Cumbre, así este embeleco de poco o nada sirva; si expulsan de
sus territorios a los grandes jefes del narcoterrorismo que en sus países
encuentran cálido refugio; que para mantenerlas tampoco sea necesario regalar
parte de nuestra soberanía a Nicaragua, como los cayos de las Islas de San
Andrés y Providencia, cuyos títulos son irrefutables. Ya otro Holguín en el
pasado había regalado a Venezuela el islote de los Monjes con resultados
ampliamente conocidos.
Nos parece un
logro haber finiquitado los trámites para que entre en operación el TLC; ¿pero
por donde pensamos movilizar las mercancías? La infraestructura vial es
desastrosa para la competitividad que necesitamos, la locomotora está varada y
proyectos fundamentales están detenidos por licencias ambientales pendientes
más de la vida de un pajarito que del progreso de la patria. Los precios de los
combustibles agravan el problema. Démosle el beneficio de la duda a que la
gasolina sea costosa; cosa muy distinta es que el diesel, materia prima para el
transporte masivo de mercancías y personas, esté por las nubes. ¿Se quedó en veremos la revisión de la
fórmula alcabalera de los precios de los combustibles?
Los
industriales se quejan del alto costo del trasporte, pero igual que producir,
este también es un negocio, y los costos ligados a una infraestructura con
cincuenta años de atraso, insumos que crecen a tasas que triplican las de la
inflación, a reglas poco claras, al uso de vehículos de tecnologías obsoletas
que hace rato deberían haber sido retirados del parque automotor que transita
por las troncales, no permiten la competividad que se desea.
No creo que
haya muchos enemigos de la restitución de tierras; pero esta debe hacerse sobre
la base de estudios realistas de cómo llegaron allí sus actuales propietarios.
El hecho de que los grupos ilegales, de ambos bandos, guerrilla y
paramilitares, hayan despojado de miles de hectáreas a campesinos, no admite
generalizaciones populistas como la que se llevó a cabo en Urabá, donde me
dicen que el secuestrador humanitario, León Valencia, ex guerrillero en es
zona, recibió de manos del ministro Vargas Lleras cuatrocientos millones de
pesos para organizar las movilizaciones. Eso le quita toda credibilidad a un
programa que debe ser justo y acorde a la circunstancias. Está bien que
Valencia haya recibido perdón por sus fechorías; ¿Pero es un interlocutor
válido en este caso? Sus actuales amistades lo descalifican.
Creo pues
que, así como Semana fue incapaz de sepultar al ex presidente Uribe, el ahora ‘lambicolor’ del régimen, como a buena
hora lo bautizó mi amigo Jesús Vallejo, tampoco será capaz de lograr la
resurrección del presidente Santos. Quienes votamos por él, no esperábamos
ciertamente un clon de Uribe, un cambio nos parecía bienvenido, pero el respeto
a los postulados de su campaña, fueron los que llevaron a las urnas a nueve
millones de colombianos que decidimos respaldarlo y nos desilusiona la traición
a su palabra. Para muchos, el honor a la palabra es lo que nos honra, no
necesitamos firmas de papeles y autenticaciones. Es lo que esperábamos de
nuestro Presidente. Las encuestas no mienten, más de la mitad de los que
equivocadamente le dimos nuestro voto, no volveremos a favorecerlo.
El rincón de Dios
“Necesitamos recomponer, además de las
formas de nuestra fe, también el modo de vida que llevamos: el divorcio
existente entre lo que decimos y luego hacemos. Necesitamos buscar, no aquello
que resulta bueno al paladar, sino aquello que nos compromete enteramente en
pro de un nuevo mundo. Necesitamos recuperar, no solo huellas prehistóricas,
sino también la esperanza, la honestidad y la emoción con la que hasta no hace
muchos años vivíamos”.
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