martes, 1 de mayo de 2012

Crónica 472


Dios no castiga ni con palo ni con rejo

Nos decía mi madre cuando estábamos pequeños. Eso le pasa a Santos con la tendencia en caída libre que sigue presentando en las encuestas. El castigo lo está recibiendo de sus electores, y, lo más grave, de los estratos 1 y 2 que son los que más votos ponen. Lo peor, la última encuesta se realizó en momentos en que gozaba de la mejor exposición mediática en los días de la Cumbre, para lo cual es mago.
No es de extrañar: No puede seguir impunemente de noticiero en noticiero y de coctel en coctel pregonando sus maravillas, mientras el país va para atrás como el cangrejo, otra expresión de mi madre.
Acepto que el invierno no es culpa de Santos, más faltaba, pero es un hecho que estaba anunciado y muy poco se hizo para mitigar las consecuencias de tiempo atrás conocidas. Era necesaria la intervención del Presidente a través de sus órdenes y directrices, para que las autoridades responsables se pusieran las pilas. Eso no se logra en un coctel con los Cacaos. Se alcanza visitando los lugares afectados, enterándose de primera mano de la necesidades locales, y teniendo el país en la cabeza.
Puede seguir diciendo lo que quiera sobre seguridad; pero la verdad es que no funciona como debiera. Para ello se necesita constante estímulo a las Fuerzas Armadas que es la más preciada institución de la patria. No abandonarla al albedrío de juicios torcidos montados por colectivos de abogados alejados de la ética y financiados a través de dineros de procedencia incógnita o ilícita, e influidos por apetitos financieros de la peor calaña.
Nadie se opone a las buenas relaciones con los vecinos, pero al menos esperamos de ellos la lealtad que merecemos. Esto se obtiene si nos acompañan de buena fe en eventos como la Cumbre, así este embeleco de poco o nada sirva; si expulsan de sus territorios a los grandes jefes del narcoterrorismo que en sus países encuentran cálido refugio; que para mantenerlas tampoco sea necesario regalar parte de nuestra soberanía a Nicaragua, como los cayos de las Islas de San Andrés y Providencia, cuyos títulos son irrefutables. Ya otro Holguín en el pasado había regalado a Venezuela el islote de los Monjes con resultados ampliamente conocidos.
Nos parece un logro haber finiquitado los trámites para que entre en operación el TLC; ¿pero por donde pensamos movilizar las mercancías? La infraestructura vial es desastrosa para la competitividad que necesitamos, la locomotora está varada y proyectos fundamentales están detenidos por licencias ambientales pendientes más de la vida de un pajarito que del progreso de la patria. Los precios de los combustibles agravan el problema. Démosle el beneficio de la duda a que la gasolina sea costosa; cosa muy distinta es que el diesel, materia prima para el transporte masivo de mercancías y personas, esté por las nubes.  ¿Se quedó en veremos la revisión de la fórmula alcabalera de los precios de los combustibles?
Los industriales se quejan del alto costo del trasporte, pero igual que producir, este también es un negocio, y los costos ligados a una infraestructura con cincuenta años de atraso, insumos que crecen a tasas que triplican las de la inflación, a reglas poco claras, al uso de vehículos de tecnologías obsoletas que hace rato deberían haber sido retirados del parque automotor que transita por las troncales, no permiten la competividad que se desea.
No creo que haya muchos enemigos de la restitución de tierras; pero esta debe hacerse sobre la base de estudios realistas de cómo llegaron allí sus actuales propietarios. El hecho de que los grupos ilegales, de ambos bandos, guerrilla y paramilitares, hayan despojado de miles de hectáreas a campesinos, no admite generalizaciones populistas como la que se llevó a cabo en Urabá, donde me dicen que el secuestrador humanitario, León Valencia, ex guerrillero en es zona, recibió de manos del ministro Vargas Lleras cuatrocientos millones de pesos para organizar las movilizaciones. Eso le quita toda credibilidad a un programa que debe ser justo y acorde a la circunstancias. Está bien que Valencia haya recibido perdón por sus fechorías; ¿Pero es un interlocutor válido en este caso? Sus actuales amistades lo descalifican.
Creo pues que, así como Semana fue incapaz de sepultar al ex presidente Uribe, el ahora ‘lambicolor’ del régimen, como a buena hora lo bautizó mi amigo Jesús Vallejo, tampoco será capaz de lograr la resurrección del presidente Santos. Quienes votamos por él, no esperábamos ciertamente un clon de Uribe, un cambio nos parecía bienvenido, pero el respeto a los postulados de su campaña, fueron los que llevaron a las urnas a nueve millones de colombianos que decidimos respaldarlo y nos desilusiona la traición a su palabra. Para muchos, el honor a la palabra es lo que nos honra, no necesitamos firmas de papeles y autenticaciones. Es lo que esperábamos de nuestro Presidente. Las encuestas no mienten, más de la mitad de los que equivocadamente le dimos nuestro voto, no volveremos a favorecerlo.

El rincón de Dios

“Necesitamos recomponer, además de las formas de nuestra fe, también el modo de vida que llevamos: el divorcio existente entre lo que decimos y luego hacemos. Necesitamos buscar, no aquello que resulta bueno al paladar, sino aquello que nos compromete enteramente en pro de un nuevo mundo. Necesitamos recuperar, no solo huellas prehistóricas, sino también la esperanza, la honestidad y la emoción con la que hasta no hace muchos años vivíamos”. 

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