viernes, 2 de septiembre de 2016

Crónica 648

El papá de los sapos

Será el plebiscito que refrendará la capitulación para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera. Ganaron las Farc el partido de póker con par doses.
El primer punto del acuerdo: Hacia un nuevo campo colombiano (…) trae estos apartes en el segundo párrafo: “Que a juicio del gobierno esa transformación debe contribuir a reversar los efectos del conflicto (…) Y que a juicio de las Farc-ep (…) las causas históricas del conflicto como la cuestión no resuelta de la propiedad sobre la tierra y particularmente su concentración (…)”
Para empezar, nótese que se habla de conflicto y no de guerra como Santos ha querido vender la idea a la galería.
Pero el tema de fondo son los sapos que aquí empiezan a aparecer en un documento donde los delegados del gobierno muestran su conocimiento de la campiña, no va más allá de los campos de Golf de los clubes El Country y Los Lagartos o de sus fincas de recreo en Anapoima.
Sin dejar de reconocer que aún hay algunos problemas de tenencia de la tierra,  no es cierto que esos sean los efectos del conflicto. Cuando se creó el Incora se hizo una reforma agraria en la que se parcelaron cientos de haciendas productivas, se expropiaron las inexplotadas, se titularon miles de baldíos, se construyeron distritos de riego y, en conjunto con la Caja Agraria, se ejecutaron concentraciones de vivienda rural. Los efectos de las parcelaciones fueron dudosos y hubo necesidad de replantearlos, lo afirmo, porque durante cinco años fui miembro de la junta directiva del Incora.
  Empecemos mirando estos aspectos del Fondo de Tierras que se crea en el acuerdo:
“(…) extinción con el fin de revertir la concentración ilegal de tierras.”
No se define cual es esta concentración. Si devolvemos la película histórica de cómo se formaron las fincas de todo el país, esta parte de una colonización de zonas de montaña: algunas las abrieron agricultores emprendedores, como la colonización del antiguo Caldas por los antioqueños, y, otras, fueron adquiridas por agricultores a campesinos que iban domando las montañas y, posteriormente, obtuvieron legalmente sus títulos. Un ejemplo podría ser Urabá cuando se inició el cultivo de palma y banano en la región. ¿Podría ser esta última, parte de la concentración ilegal? Si se leen más adelante los enunciados, no me cabe duda.
“Tierras inexplotadas: (…) recuperadas mediante la aplicación mediante la aplicación del actual procedimiento de extinción administrativa de dominio por incumplimiento de la función social y ecológica de la propiedad”
No está definida cual es la función social o la ecológica y a que marco se ajustan. Si legítimamente se taló bosque para sembrar palma africana por ejemplo, ¿se viola la función ecológica? Depende de quien la interprete. ¿Si se posee una ganadería intensiva en un terreno que se califique de potencial agrícola ¿no cumple con la función social? Si la tierra no se ha podido explotar suficientemente por falta de crédito, de vías, o por la presencia de grupos armados ilegales ¿no está cumpliendo la función social? La inseguridad jurídica no puede ser más aterradora.  
Este tema apenas se inicia, lo continuaré en otras columnas.

El rincón de Dios


 “’Así como el Padre me envió a Mí, así yo los envío a ustedes.  Dicho esto sopló sobre ellos:  ‘Reciban el Espíritu Santo; a quienes perdonen los pecados, les queden perdonados, y a quienes no se los perdonen, les quedarán sin perdonar” Jn. 20, 21-23

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