Paradojas
La decisión de adelantar conversaciones de paz manteniendo la ofensiva militar fue correcta. Las Farc estaban acorraladas, diezmadas, sus rutas de movilización de armas y drogas prácticamente colapsadas. Mantenerlas en esas condiciones daba al gobierno superioridad en la mesa e impedía la expansión del negocio de la coca afectándoles las finanzas e impidiendo su rearme. Pero el giro de las conversaciones dio como resultado todo lo contrario, la debilidad del gobierno cediendo todo sin obtener nada a cambio permitió el fortalecimiento del enemigo, el aumento de los cultivos ilícitos y de la producción de cocaína que fue legalizándose, culminando en la suspensión de las fumigaciones.
El cese unilateral del fuego declarado por las Farc, violado en múltiples ocasiones e ignorado por Juampa en su afán de lograr una firma claudicante de un papel cualquiera, o del Nobel, era una trampa más. Habían conseguido despejar rutas de movilización, rearmarse, y gozar de un apoyo internacional que no tenían.
La matanza de los soldados del Cauca no fue un error táctico, todo lo contrario, lo usaron para incitar una reacción de Juampa que le hiciera sacar de los hangares los aviones de combate y algunos batallones de los cuarteles. El ataque a un campamento terrorista donde se dieron de baja 28 facinerosos pusieron en el campo de las Farc el balón, adelantaron crueles ataques terroristas en las semanas siguientes con el fin de arrodillar un Presidente pusilánime. ¡Y lo lograron! la primera victoria fue sacar al comandante de la Fuerza Aérea por el “error” de Guapi. Allí estaba el campamento mencionado y uno de los integrantes de la tertulia habanera.
La pasividad de las Fuerzas Armadas en ese período fue manifiesta, a los graves atentados terroristas no hubo reacción alguna, la inteligencia estaba apabullada, los aviones y helicópteros en tierra, los soldados acuartelados no vaya y fuera se levantaran de la mesa los bandidos. Las encuestas, que no pudieron ocultar con mermelada, sacaron a luz lo que Colombia piensa de juampa, un escaso 24% lo apoya; la tertulia hacía agua, el 76% de los compatriotas no creían en el sainete de La Habana. La tabla del náufrago se la tiraron las Farc a Juampa, otro cese unilateral de un mes que luego ampliaron a los cuatro que Juampa puso como límite para poder manipular las elecciones de octubre en cuya transparencia nadie cree. A renglón seguido salió con el cuento chino del desescalamiento, un embuste semántico que significa cese bilateral, que ya se viene practicando.
También pidió el desescalamiento del lenguaje diciendo que a los angelitos de las Farc no les digamos terroristas, bandidos, narcos o cosas por el estilo. Debemos alabarlos de ahora en adelante por sus crímenes de lesa humanidad y tropelías. Chamberlain Villegas cumplió las instrucciones contándonos que el subteniente Moscoso no estaba secuestrado si no “indebidamente en poder de las Farc”. Igual, fue un accidente la muerte del soldado Wilson Martínez que realizaba el trabajo que deberían hacer los bandidos, desminando los campos que ellos llenaron de minas antipersona. Tiene más valor la vida de un rufián que la de un simple soldado.
En cambio los bastardos de La Habana, y lo digo no por no hacerle caso a Juampa, sino porque si en la mesa aún prefieren sus alias a lo nombres de pila es por desconocimiento o rechazo de sus progenitores, después de cinco años de estar divagando en una tertulia que es un galimatías, pueden despotricar como les venga en gana de lo que les viene en gana, dar ordenes macabras a sus socios del Eln para no ser ellos los malos de la película y continuar veladamente con sus actos de terror cuyo sinónimo suave desconozco. Eso me impide darle gusto a Juampa en el lenguaje.
El rincón de Dios
Un ciego le preguntó a San Antonio: ¿Qué puede ser peor que perder la vista? Él le respondió: Que pierdas tu visión de las cosas.
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