Petro y el síndrome del yo no fui
Antes del pacto cafetero el precio del café fluctuaba constantemente. Muchos cafeteros optaban por hacer ventas anticipadas para asegurar un buen precio cuando este iba al alza. Vendían cosechas enteras con un solo apretón de manos y honraban su palabra, incluso cuando eso implicaba pérdidas significativas, a eso llamamos “dar la cara”. Al contrario, nuestro galáctico huésped de la Casa de Nariño siempre encuentra a quién culpar de sus desatinos.
Su reacción ante el escándalo de corrupción que involucró a su hijo Nicolás fue simbólica. Cuando se le preguntó por el tema, Petro respondió, “la verdad es que yo no lo creé”, frase que dejó perplejos a muchos por su intento de desligarse políticamente del asunto. Como aún no había Fiscal de bolsillo, el preidente viajó a Barranquilla a insinuarle a su hijo que lo habían presionado para declarar un “delito que no había cometido”. Ahí sigue el “juicio” sin resultado alguno y, a tres de los fiscales que investigaron a Nicolás, los encartaron.
Otro episodio fue el colapso del modelo de salud para los maestros. En lugar de asumir responsabilidad por la implementación fallida, Petro culpó al software utilizado, afirmando que era el causante de los problemas en la atención médica. Como decimos en Antioquia, “escurrió el bulto”.
El síndrome del yo no fui no solo es una crítica, es también un llamado a la reflexión sobre el estilo de gobierno y la necesidad de asumir con madurez los retos del poder. La transparencia no se demuestra solo con palabras, sino con actos de responsabilidad y coherencia.
Esto me trae un recuerdo del pasado, cuando debido a un cambio en las reglas del juego el banco con el que estábamos asociados decidió retirar su inversión para montar una planta de semillas, yo había importado los equipos y necesitaba tiempo para venderlos para poder atender la deuda; pero la política del banco le imponía la obligación de presentar una demanda. Mi amigo Callejas, vendedor de los equipos, me recomendó un excelente abogado que me puso este ejemplo: “Tranquilo, usted no se está negando a pagar luego es fácil, supongamos que le propongo al juez que demos una serenata, él tiene la obligación de responderme con un auto procesal” -en esa época no existía el juicio verbal- Y me dijo: “yo escojo el argumento adecuado para ganamos el tiempo que usted necesita y terminar el pleito sin vencedores ni vencidos, que es lo que a usted le conviene”, y a si fue. Dar la cara es el secreto para solucionar los problemas, no buscando a quien atribuirlos.
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La pregunta dl millón ¿Puede “Pinturita” ser candidato con los líos jurídicos que arrastra de su funesta alcaldía de Medellín? ¿O también enredan los procesos pendientes?
El Rincón de Dios
“El cuerpo, y sólo él, es capaz de hacer visible lo que es invisible: lo espiritual y lo divino.” San Juan Pablo II
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