lunes, 7 de septiembre de 2020

Crónica 823

Haciendo memoria

“Cuando la vida nos es demasiado fácil, debemos tener cuidado o quizá no estemos preparados para afrontar los golpes que tarde o temprano nos han de llegar, seamos ricos o pobres.” Eleanor Roosevelt

Este mensaje lo escribo en especial para mis nietos sus compañeros y amigos. Estos jovencitos en 2002 estaban en sus primeros años de vida o no habían nacido, así que no les tocó vivir lo que a nosotros y por eso muchos creen necesario el cambio hacia la izquierda y no dudan en votar por Petro, López, Quintero o Fajardo.  

El año 2002 Uribe se posesionó en la presidencia de un país echo trizas. Pastrana había logrado estructurar el Plan Colombia con la ayuda de Estados Unidos, iniciar el fortalecimiento de las Fuerzas Armadas y abortar las negociaciones de paz con las Farc ante su falta de voluntad, pero se le acabó el mandato en el camino.

En 1995 nos trasladamos a Medellín, mi esposa debió permanecer un tiempo más en la capital mientras dejábamos todo en orden. Yo viajaba los fines de semana a Bogotá y regresaba en el último vuelo del domingo que llegaba a Medellín al atardecer. El aeropuerto, estaba a solo cuarenta minutos por la antigua carretera; pero debíamos esperar las patrullas de la policía que nos escoltaban hasta la ciudad, eran previsibles ataques guerrilleros o secuestros.

Muchas de las fincas del oriente antioqueño, hoy a solo media hora de Medellín, no podían visitarse. En la casa de una pequeña ganadería de una de mis cuñadas a solo quince minutos del aeropuerto de Rionegro, dormía en la alcoba principal el comandante guerrillero del Eln con una de sus amantes cuando le venía en gana, esa finquita estuvo abandonada cinco años. 

Mis cuñadas, que nada las atajaba y eran temerarias, viajaban a veces a una cabaña que una de ellas tiene en la costa atlántica y, como eran frecuentes las pescas milagrosas de la guerrilla en la carretera, llevaban a la mano el Kit: este consistía en un pequeño maletín donde tenían su pijama, útiles de aseo personal, medicamentos prescritos, analgésicos, desinfectante y una muda de ropa íntima para afrontar un probable secuestro.  

También era frecuente el ataque a las estaciones de policía de las poblaciones con cilindros bombas artesanales que, por su imprecisión, destruían viviendas, edificios públicos y causaban la muerte a cientos de civiles que se encontraban en las inmediaciones del asalto. La más cruenta fue la de Cocorná, a solo ochenta kilómetros de Medellín. Esas ofensivas ocasionaron en Colombia el desplazamiento de trescientos cincuenta alcaldes que gobernaban a distancia desde las capitales departamentales.

La Seguridad Democrática de Uribe puso fin a los desmanes, acorraló en la selva la guerrilla de las Farc que de quince mil hombres armados pasaron a la mitad, convirtió al Eln en un cadáver insepulto, los alcaldes recobraron sus sedes, prácticamente desaparecieron los más de tres mil secuestros anuales y los cultivos ilícitos se redujeron de ciento ochenta mil hectáreas a unas sesenta mil.

Santos abrió un tortuoso camino con un proceso de paz mal negociado, impuesto a la brava, cuyo error garrafal fue el capítulo de los cultivos ilícitos que hoy llegan a casi doscientas mil hectáreas, fuente inmensa de financiación para los torcidos propósitos de la diplomáticamente llamada izquierda que se ha multiplicado, ocupa curules regaladas en el congreso, domina las escuelas y la justicia, tiene tantos o más guerrilleros de los que había cuando Uribe entregó el poder, ha resurgido la violencia y, ahora, el comunismo guiado por el Foro de Sao Paulo orquestado desde Cuba y Venezuela donde los cabecillas terroristas cómodamente se refugian, nos pretenden conducir al modelo del país vecino si no nos pellizcamos.

El Rincón de Dios

“No pierdas la esperanza; cuando el sol se esconde, salen las estrellas.”

1 comentario:

Jose Castro Lozano dijo...

Rafael, tienes toda la razón. Me acuerdo de pequeño el terror que se sentía y el día a día de secuestros. Sin ir muy lejos, un pariente cercano lo mataron en una pesca milagrosa, se salvó mi primo y su mamá.
Como bien dices, debemos abrir los ojos y mostrar la realidad a todos aquellos que aún creen en el cuento de la izquierda.

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