domingo, 14 de septiembre de 2014

Crónica 564

Rafael Uribe Uribe
No me refiero a quien esta columna escribe, me cabe la negativa que le da a mi padre Julián cuando mi abuela Sixta Tulia, por amor al general y el parecido de su hijo a él, decidió llamarlo Rafael: “…Esta es la carga que le trae aparejada la adopción de mi nombre, si no quiere que después se lo hachen en cara por haber desmerecido de él. De una vez le permitiría que lo usara si su razón pudiera ya comprometerse a imitar mi conducta, pero vale más esperar a que usted comprenda bien aquello a que se obliga. Para llegar a ser un perdido cualquiera, no mi nombre ni mi apellido le presto…”
El próximo 15 de octubre se cumplirán 100 años de su magnicidio y por primera vez  solo las autoridades de Valparaiso han tenido la gentileza de conmemorar este hecho doloroso. El partido Liberal, al cual ofrendó su existencia, no ha dado señales de vida. No me extraña, ha venido de capa caída desde que su dirección cayó en manos de los tres mosqueteros: Juan Fernado Cristo, Camilo Sáchez y la joya de la corona Piedad Córdoba. De ahí en adelante no le ha ido mejor con César Gaviria, Rafael Pardo y Simón el bobito, por lo cual estoy en uso del buen retiro del partido. Que ignoren a Rafael Uribe Uribe en estas circunstancias, me resbala. 
A muchos de los políticos de hoy les caería como anillo al dedo algunos párrafos de uno de los más hermosos escritos del pensador Uribe Uribe cuando le invitaron a escribir en la revista literaria los Albores y, en lugar de aceptarlo, les aconseja dejar el oficio a sus editores. Recurre a ello con comparaciones de la época donde menciona los productos de Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Uruguay y Brasil, mientras que en Colombia se dedica a los versos y termina el párrafo diciendo: “Esa es nuestra industria, en eso nos ocupamos todos” y dentro de esos consejos los invita a muchas cosas productivas, o pregunta…, “¿Ya hicieron algo por sus hermanos los enfermos del cuerpo y por los que son más dignos de lástima, sus hermanos enfermos del alma, y por las víctimas de la justicia humana?” Más les valdría a nuestros políticos mirar estos ejemplos en lugar de distraerse degustando mermelada.
Buena parte de la familia está radicada en Bogotá, del exterior vendrán dos tataranietas y una chozna para participar en la reunión privada de familia que visitará la casa donde vivió sus últimos años y murió, el lugar del atentado en el Capitolio Nacional, ofrecerá una eucaristía solemne en la hermosa Iglesia de la Veracruz, joya colonial donde reposan los restos de los próceres de la Independencia, y depositará una ofrenda floral en su tumba. Hará lo que las autoridades olvidaron. 
La gran mayoría conoce a Rafael Uribe Uribe como el general principalmente por la guerra de los mil días. En ese término lo que merece destacarse es su arrojo, disciplina y privaciones. Pero aún allí no ceja de aportar ideas para el progreso de la patria. Una de sus obras más importantes, escrita en prisión, es el Diccionario Abreviado de Galicismos Provincialismos y Correcciones del Lenguaje que no está por demás tener a mano para el manejo de nuestros escritos. Pero en lo que en verdad se destaca es en el pensamiento. Recordemos que sus propuestas sociales solo fueron puestas en práctica en nuestro país casi medio siglo después; sus discursos parlamentarios son de antología; la defensa de sus ideas es magistral como la reacción ante la condena al liberalismo del Obispo de Pasto San Ezequiel Moreno al que responde con argumentos irrebatibles en un pequeño libro De Como el Liberalismo Político Colombiano no es Pecado. Su libro Por la América del Sur aún hoy, más de un siglo después, puede tenerse como manual de consulta. La probidad de su vida pública y familiar debe ser ejemplo para la sociedad de hoy sumida en el desenfreno.
El Rincón de Dios
“No importa qué tan lejos he estado de DIOS, siempre me vuelve a recibir.” Gandhi

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