martes, 9 de octubre de 2012

Crónica 489


El enigma del campo

No se por qué cuando se habla de paz el tema central es el de la tierra tratado olímpicamente sin tener en cuenta al futuro del país. Se basa en el simple concepto de los despojos organizados por paramilitares, los de la guerrilla no cuentan. Y no es que esté en desacuerdo con remediar tremenda injusticia de pillajes reales que en algunas regiones ocurrieron, faltaría a mis principios.
 El precio mundial de los alimentos y productos agrícolas ha subido y seguirá subiendo sin remedio por circunstancias conocidas: el crecimiento de la población; la necesidad de materias primas de origen agrícola; la demanda para fines industriales como la producción de biocombustibles y alimentos para animales; la necesaria rotación de cultivos en algunas zonas; la escasez de agua, falta de distritos de riego o drenajes y otras obras de infraestructura que requieren cuantiosas inversiones.
La Corte Constitucional colombiana acaba de declarar inexequibles tres artículos fundamentales del Plan de Desarrollo que incluyen la flexibilización de las unidades agrícolas familiares (UAF), lo cual complica el panorama. Lo que el país necesita es incrementar la producción agrícola. Tenemos tierras como las de los Llanos Orientales de buenas condiciones físicas, pero ácidas y poco fértiles. Con la tecnología que tenemos a mano es posible aprovecharlas intensivamente para agricultura y ganadería, pero hacerlo no es gratis. Es menester la creación de empresas agrícolas con economía de escala. La flexibilización de las UAF, permitía la asociación de pequeños agricultores con empresas de esta índole, lo cual beneficia al campesino que de otra manera queda anclado en sus cultivos de pan coger de bajo rendimiento.
La población campesina ha venido disminuyendo y esa tendencia es irreversible. El campo hoy no ofrece las mismas oportunidades que las ciudades y esto ha propiciado un desplazamiento que muchas veces no es atribuible a la violencia. Trabajando con desplazados he sacado la conclusión de que una gran mayoría no desea volver a su terruño así haya sido forzado a abandonarlo. Las razones que aducen es que en la ciudad, si bien no hay suficiente empleo, siempre hay opciones del rebusque que infortunadamente va desde el empleo informal, hasta la contribución de sus hijos que hacen maromas y malabares en los semáforos, o buscan una prostitución ‘más rentable’.
Todo esto puede corregirse con agricultura a gran escala. No es que la inequidad se haya frenado por completo; pero para mencionar solo algunos casos, veamos las bananeras de Urabá, han sido fuente de reincersión de los guerrilleros del EPL que fueron acogidos por los propietarios sin reato alguno, hoy gozan de estabilidad laboral y muchos están afiliados a sindicatos que defienden sus intereses. Los cultivos de caña del Valle del Cauca no todos pertenecen a los ingenios, muchos pequeños y medianos agricultores son proveedores y gracias a la asistencia técnica que reciben son productores exitosos.
Es verdad que muchos narcos tienen tierras excelentes en algunas regiones y esto necesita corregirse; pero ello no implica la necesidad de crear minifundios sin posibilidad de una explotación rentable. Lo ideal en estos casos es la flexibilización de las UAF para que puedan desarrollarse proyectos de economía solidaria en asocio con grandes empresas que promuevan una producción a escala, productiva y de futuro.
En Brasil y Uruguay, países gobernados por la izquierda, hay esquemas muy interesantes de explotación agropecuaria con economías de escala y esos modelos los han adecuado a nuestro país inversionistas serios que buscan el desarrollo futuro en áreas de inversiones de riesgo, que necesariamente tienen que ser productivas. Cultivos de caucho, palma africana, cacao, soya, arroz y maíz, cerdos y aves a gran escala, no se logra en minifundios cuando se hacen necesarias cuantiosas inversiones de corrección de suelos y programas agresivos de mercadeo y exportaciones.
Traigo a colación una situación histórica. En el gobierno del Dr. Lleras Restrepo representé a la Caja de Crédito Agrario en la junta del Incora. Se parcelaron muchas fincas, pero me referiré a un solo caso: se dividieron aquellas de los distritos de riego de Coello y Saldaña, que en la Caja estaban bajo mi cuidado como parte de mi actividad en la Subgerencia de Fomento. El fracaso fue rotundo, hubo parcelas que fueron a parar a manos del peluquero y el carnicero del pueblo, que como no tenían idea agrícola alguna y mucho menos vocación, acabaron revendiéndolas para fincas de recreo, se perdió buena parte de la producción de arroz, frutales y otros cultivos exitosos. No se hoy en que están; pero se desperdició buena parte de la infraestructura de riego a pesar de los esfuerzos que se hicieron para dar adecuada asistencia técnica y suministrar las semillas y fertilizantes necesarios.

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¿Eres Tú el que ha de venir Señor? Aleja, Señor, del horizonte de nuestro pensamiento la autosuficiencia que nos convierte en esclavos de nosotros mismos; el orgullo que nos hace sentirnos dueños absolutos de todo lo que acontece; la vanidad que nos pierde; la insipidez que nos impide el encuentro contigo; la apatía que nos convierte en grandes desconocidos tuyos.

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