miércoles, 22 de agosto de 2012

Crónica 483


Quizás… quizás… quizás

El caso de Sigifredo López es un ejemplo de que para nuestra justicia vale más el testimonio de delincuentes en busca de beneficios que el de personas decentes, y puede más el afán de fatigar prensa que la presunción de inocencia, la duda razonable y el debido proceso, que deberían ser pilares cardinales de la justicia.
De tiempo atrás la exposición mediática ha sido el plus de la justicia. La Fiscalía, que debería ser la más prudente de sus ramas, anuncia con bombos y platillos que "el país se estremecerá con los resultados de la investigación sobre la Farcpolítica", para salir después con un chorro de babas en el caso de Sigifredo López, que nos pintaron como un verdadero monstruo, pero se cayeron las pruebas que lo condenaban. Valga la verdad, nos entró la duda pese a hechos inverosímiles como fraguar su participación en el secuestro de sus compañeros, y el mismo soportarlo siete años lejos de su familia y ausente del sufrimiento que le estaba infringiendo.
Al fallar la prueba reina, mas falsa que billete de tres mil pesos,  debieron dejarlo en libertad y pidieron disculpas. El país no las necesita en casos aberrantes donde el carrusel de falsos testigos es la base para detener presuntos inocentes; donde las condenas de los medios priman sobre la realidad jurídica; cuando gente de bien, así supuestamente haya cometido delitos, se priva de la libertad incriminándolos de ser un peligro para la sociedad antes de demostrar sus culpas. No es lo mismo detener un Mancuso, un ‘Timochenko’, un ‘Don Berna’ o un ‘Sebastián’, que a Andrés Felipe Arias, al coronel Uscátegui, o al coronel Plazas. Los últimos condenados por el quizás… quizás… quizás… basados en el testimonio deleznable de algún bandido por allí; en la mentira de un colectivo de abogados mendaz que formula cargos a su antojo para llenarse los bolsillos sin importar la ética; en las acusaciones de algunas ONG de 4 en conducta; en las del cura Giraldo, cuyas andanzas ya la misma Iglesia debería haber investigado; en las de Baltasar Garzón, abogado privado de sus facultades en su país, pero acogido por nuestro gobierno como adalid de la ética y defensor de los derechos humanos; en las de un grupo de izquierda recalcitrante defensor de todas las formas de lucha, que le tuercen el pescuezo a la ley para acomodarla a su antojo sin que nadie se  turbe y se las aplique.
Al menos el Fiscal reconoció su error, era lo menos que tocaba. Al fiscal encargado del caso va a quedar cuesta arriba sancionarlo, su jefe, sin haber vencido en juicio al encartado, ya lo había condenado sin reato alguno. Ojalá esta sea una llamada de atención para desmontar el carrusel de falsos testigos, cuya moral no los atajaría para vender a su madre por plata o beneficios. Lo lógico y ético, sería la renuncia del Fiscal.
Queda demostrado que la corrupción también ronda en la Fiscalía que de tiempo atrás viene tolerando y admitiendo testimonios de bandidos de la más dudosa ortografía para justificar sus acciones, avalar multitud de ‘falsos positivos’ que allí se cuecen contra personas de bien,  condenar inocentes, sacar pecho, darle gusto a la gran prensa y al gobierno de turno y hacer política torcida.
Es el momento de rescatar la credibilidad en nuestras instituciones que andan de capa caída por sus yerros, por trabajar en beneficio propio en lugar del bien común, por aprobar sin leer, una reforma constitucional que debió ser discutida en ocho debates para después tumbarla en uno, en sesión extraordinaria, sin pudor alguno.

El diablo haciendo hostias

Realmente creo que la intención de Inglaterra no es que el señor Assange  sea extraditado a Suecia, donde la acusación no pasa de ser medio ridícula: hacer el amor con una dama sin preservativo, cuando ella le había pedido lo contrario; pero que finalmente acabaron en la cama, de eso no queda duda, y para ello, no creo que la dama haya hecho mucha repulsa, pero como se volvió famoso, a lo mejor allí encontraba una platica. El verdadero problema lo tiene con los gringos por haber revelado muchas de sus pilatunas diplomáticas, lo cual no es otra cosa que la doble moral que maneja el país del norte en sus relaciones internacionales. Pero no creo que allí por respeto a la libertad de prensa, puedan juzgarlo por correr el velo, sino por ser un hacker de raca mandaca que robó la información de sus propios computadores.
 El tenebroso juez de la tremenda corte, el muy cuestionado Baltasar Garzón, salió en su defensa, no se a que horas, porque está asesorando en ética y DIH a nuestra patria, y consiguió el asilo de Correa, adalid de la democracia, respetuoso de la libertad de expresión como pueden atestiguarlo los propietarios del diario El Universo. Los demócratas Chávez, Evo, Ortega, y Cristina, también adalides de la libre expresión ciudadana, no demoraron en reunirse en Unasur, otro embeleco político, para aplaudir el generoso gesto del tierno Rafa, que acogió al pupilo de Baltasar para que no fuera masacrado por el Imperio. Es que nuestros vecinos son una bacanería.  

El Rincón de Dios

«El tiempo pasa y el destino eterno de las almas se juega en él. La fugaz historia de cada vida humana es el escenario de una lucha constante entre el bien y el mal, entre la verdad y la mentira, entre el amor y el egoísmo. No hay, por tanto, tiempo que perder cuando se trata de asegurar el destino eterno de toda persona en el bien, en la verdad y en el amor» Benedicto XVI

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