Desorden
Las dos últimas semanas han sido un golpe de gracia para el gobierno.
Las declaraciones del ministro Prada sobre el secuestro de policías y soldados y el incendio de las instalaciones de una petrolera en el Caquetá son inadmisibles, secuestrar y asesinar civiles y policías porque la compañía no aceptó una extorsión de la “guardia campesina” por un millón de dólares anuales no es un cerco humanitario y la reacción gaseosa del presidente y los ministros de defensa y justicia ante este secuestro es inusitada.
El país está saliéndose de cauce: las marañas del hermano y el hijo mayor del presidente lo ponen en serios aprietos, lo aparentemente recibido no es menuda e induce a pensar que la campaña no fue limpia y el pacto de la Picota existía. Enreda ministros, comisionados y altos funcionarios del Estado, la acción de la justicia clama una investigación trasparente y exhaustiva que no muera, como usualmente sucede, en “hasta las últimas consecuencias”.
Las Cortes, que al fin parece puede escribirse con mayúscula, han prendido las alarmas; el Consejo de Estado paró la congelación de tarifas que se pretendía sin un serio análisis de sus consecuencias y, la Constitucional, le hizo ver al gobierno que las leyes deben tramitarse como es debido, como estatutaria la que no es ordinaria por ejemplo, ser debatidas adecuadamente y advirtió que, si ponían en peligro la institucionalidad o su viabilidad financiera era incierta, cautelarmente las congelaría mientras se analizaba su impacto y constitucionalidad. La separación de poderes no puede arrasarse de un día para otro.
La destitución del ministro Alejandro Gaviria contradice uno de los trinos del presidente en el que afirmaba haberlo nombrado para opinar y no para que lo alabara; pero las observaciones contra el adefesio de la Corcho, basadas en su experiencia como ministro de salud durante ocho años, fue tomado como una afrenta y, para hacer menos ruidosa la destitución, sacó a otras dos ministras que le servirían de fusible. Esta decisión le ha costado más de la cuenta con la reacción de César Gaviria y una amplia mayoría del país.
Las utilidades de Ecopetrol para alguien pensante darían al traste con la decisión ambiental de matar la gallina de los huevos de oro que incluyó la destitución de uno de los mejores gerentes de la institución y casi toda su junta directiva. A Petro parece resbalarle que esta exitosa empresa haya generado en aportes e impuestos al gobierno varios billones más que la cacareada reforma tributaria.
La salud también se sale de las manos: La U, el partido liberal y el conservador que tiene enmermelados, están de pelo parado con los oscuros alcances de la reforma; veremos si al fin los representantes espurios que a ellos pertenecen les alumbra la sensatez y la patria o tendrá mayor poder la mermelada maldita que los tiene ahora corrompidos y presos de sus ambiciones personales. Hasta su importante alfil, Roy Barreras, parece estar saliéndose de la fila.
Y para cerrar el tinglado, la inseguridad en las vías ha obligado al gobernador de Antioquia a revivir las caravanas ideadas en el primer gobierno de Uribe, numerosas vías están siendo bloqueadas por indígenas, mineros ilegales, disidencias y narcoterroristas en “protestas”, ¿o también serán cercos humanitarios? ¿Se negociarán los principios en aras a “La Paz Total”? Esta es un imposible mientras los cultivos de coca se multipliquen y la erradicación siga en cero como el mismo gobierno lo publica.
El Rincón de Dios
“La esperanza no es un sueño, ni una ilusión, sino un ancla que te ha dado Dios para mantenerte firme y afincarte, cuando llegue la tormenta a tu vida.”
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