domingo, 23 de mayo de 2021

Crónica 841

Rayos y centellas

Me lloverán. Empiezo por expresar mis dudas sobre izquierda, centro y derecha, en las que no creo, hay dos líneas claras de pensamiento: los que estamos a favor de la democracia pese a sus defectos, y aquellos que están a favor del socialismo del siglo XXI, nombre compasivo que se da al comunismo.

La historia está llena de rescates que, independientemente de que haya habido excesos en lo que no profundizo, han llevado a la salvación de las democracias. A Francia, la salvó Napoleón después de la revolución francesa y luego De Gaulle; a Inglaterra la rescató Churchill en la segunda guerra mundial; a Chile la sacó del comunismo Pinochet y se convirtió en uno de los países más prósperos de América Latina; al Perú, que según el BID en ese momento era un país inviable, lo sacó de la olla Fujimori empezando por la derrota de sendero luminoso; hubo otros triunfos como el de Argentina contra los tupamaros, Colombia contra las farc, el eln y el narcotráfico durante el gobierno de Álvaro Uribe. Y hay otros más complejos como el de China y Rusia que, así tengan gobiernos raros para darles nombre piadoso, se han convertido al capitalismo, y la recuperación de los países que antes de la caída del muro de Berlín llamábamos “detrás de la cortina de hierro”.

En una reunión ayer en el Centro de Pensamiento Púrpura, al que me dejan “colar”, Francisco Restrepo, mejor conocido como “Pacho Cohete” por su erudición sobre el tema, nos hizo una muy interesante reflexión sobre la entropía que, en la segunda acepción, el diccionario así empieza a definir: Medida del desorden de un sistema…” que nos lleva al dogma, diría yo, de que el desorden es incontrolable por las buenas y si no se ataca desembocará en peor desorden. Esto es lo que ahora nos sucede como herencia del pacto habanero Santos-Farc que, en un acuerdo celebrado tres veces, en Cuba, Cartagena y Bogotá adobado con la presencia de brujos y chamanes, a pesar de ser negado por el pueblo fue impuesto a la brava, en el cual se ata las manos a la policía para defender a la ciudanía, tiene en ascuas al ejército por falta de la seguridad jurídica necesaria para cumplir su tarea y convierte la protesta en un galimatías fuera de control.

 Mirando la otra cara de la moneda me voy al caos, tenemos reflejos claros a pesar de que la difícil situación de la pandemia ciega a nuestra juventud y no le permite ver el espejo que tan cerca tenemos: Venezuela, aquí al lado, nos ha exportado dos millones y medio de indigentes en busca de un mendrugo, los hemos recibido con generosidad y solidaridad pese a que ahondan los problemas de nuestra flaca economía. Tampoco miramos a Cuba en manos de la tiranía de los Castro durante sesenta años, originaria de otro éxodo heroico de balseros; ni la de Nicaragua que domina tras bambalinas la esposa de cuatro en conducta de otro tirano, Daniel Ortega; ni la de Evo Morales en Bolivia que está renaciendo, ni la de Argentina con la Kirchner, ni de la que se salvó Ecuador, ejemplos de un desastre originado por falta de autoridad y el convencimiento de que “aquí no pasa nada” de una clase que no le para bolas a la soga con que serán ahorcados, en la que pretende matricularnos el “señor de las bolsas”. 

Siendo partidario del diálogo, la forma prudente de arreglar entuertos, no creo que sea el camino para conversar con un dizque comité del paro que nadie ha nombrado, en el que “pacíficamente” un pequeño grupo de encapuchados incita a unos muchachos que fungen de idiotas útiles para destruir el transporte y los edificios públicos, la propiedad privada, saquea los almacenes, desencadena el desempleo y, a través de bloqueos, provoca la muerte de compatriotas por falta de drogas y oxígeno; mató diez millones de aves por falta de materia prima para los alimentos; causó el derrame en potreros y quebradas de miles de litros de leche que podrían estar alimentando niños y mil ochocientas tractomulas con café de exportación no podido han llegar a puerto. 

Este comité solo presenta un refrito largo pliego de peticiones que se resume en deme, quite, tumbe, pero sin trabajar, y no formula una sola propuesta seria para reconstruir el país.  Y ahí cabe la pregunta ¿si Churchill no se le impone a Chamberlain, ¿cuál hubiese sido la suerte del imperio británico, de Europa y hasta del mundo?   

¿y cuál es la paradoja? Nuestras FFMM y la policía dizque son los malos de la película.   

El Rincón de Dios

“La fe no hace que las cosas sean fáciles, solo que sean posibles” Lc 1:37

No hay comentarios:

Crónica 961

¿Otra vez mi general borracho? Definitivamente tenemos un desgobernante digno de admiración: nombra los principales delincuentes “gestores d...