domingo, 26 de abril de 2020

Crónica 805

Pensamientos

Leíamos en la Biblia los textos del evangelio de Juan sobre un personaje que llama la atención, Nicodemo, judío, fariseo y, como tal, aparentemente enemigo de Jesús. Como era una autoridad, debe haber sido esta la razón para no atreverse a visitar a Jesús de día, fue a verlo en la noche para pasar desapercibido. Pero había visto los signos de Jesús y, en la visita le dice: “Maestro sabemos que vienes de parte de Dios para enseñar, porque nadie puede hacer las señales que tú haces si Dios no está con él.” Jesús le respondió “Te aseguro que, si uno no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios.” La respuesta deja a Nicodemo una intriga ¿cómo puede volver a nacer un viejo? Después de dar una clara explicación, Jesús cierra esta parte del diálogo con este detalle: “No te extrañes si hay que nacer de nuevo. El viento sopla hacia donde quiere: oyes su rumor, pero no sabes de donde viene ni adónde va. Así sucede con el que ha nacido del Espíritu”.   
Este pasaje nos hace pensar sobre el desarrollo y futuro de esta pandemia, no solo a quienes somos creyentes, a todos, porque como el viento, aunque en este caso si sabemos de donde viene el virus, no sabemos adónde va. Y es evidente que todos tendremos que nacer de nuevo, no digamos como el evangelio, solo para ver el reino de Dios, para vivir en el nuevo mundo que se nos viene encima. Un mundo totalmente diferente.   
No cabe duda, ya los cambios son una realidad, nos puso a todos a pensar, no sobre los placeres de este mundo, sobre cómo saldremos de la encrucijada, el desempleo, la crisis económica, la quiebra de miles de empresas; nos quitó de encima la soberbia, la autosuficiencia, el egoísmo. Despertó, en casi todos, la solidaridad perdida, el pensamiento en los demás, la necesidad de pregonar pequeñas comunidades casi como antaño, el trabajo en equipo, el uso razonable de las redes sociales, el manejo austero de nuestras posesiones y la necesidad de compartir. Nos toca, como en el evangelio volver a nacer.
Leemos mucho sobre los problemas de las empresas, pero, a pesar de los grandes esfuerzos que hace el gobierno para llegar a los más necesitados ¿nos hemos detenido a auscultar que le pasa a los que nos cuidan el carro en un estacionamiento en la calle, en la viejita que nos pide la limosna al salir del templo, el detestable que a la brava nos limpia el parabrisas del carro a la espera de una moneda de doscientos pesos, a los maromeros y los improvisados artistas del semáforo, a quienes venden dulces o frutas en las esquinas para lograr el sustento de sus familias? ¿A cuantos de estos le llega un auxilio?

sábado, 18 de abril de 2020

Crónica 804

Verdad Histórica (2)

Continúo aclarando la verdad histórica sobre la Guerra de Los Mil Días basado en documentos que en mi poder reposan.

Cumpliendo lo ofrecido al embajador Carlos Martínez Silva, Uribe Uribe publica el Manifiesto de Paz, del que tomo este aparte: “El objetivo de la apelación a las armas no es la guerra por sí misma sino el triunfo. No se trata de ejecutar hazañas sino de vencer… Pero hemos llegado al punto en que se impone la cesación de la lucha. El Gobierno es impotente para debelar la revolución, pero la revolución es impotente para derribar al Gobierno. Hace muchos meses que la campaña está limitada a un infructuoso tejer y destejer de operaciones, y a un tomar y dejar territorios, que a nada conduce…” El gobierno rechaza el manifiesto y da la orden tajante al embajador de no negociar. Buena parte del partido Liberal lo recibe también con frialdad.
Uribe persevera y en otra carta a Martínez Silva le expresa: “(…) Pese sobre quien pesare la culpa del origen de la guerra, queda establecido que la responsabilidad de su continuación no es imputable al Partido Liberal. La guerra pudo haber cesado al otro día de llegado al poder el señor Marroquín, si teniendo en cuenta lo que había de común en las reivindicaciones del Partido Liberal y del Conservador, y la similitud de procedimientos revolucionarios empleados por uno y otro para suprimir el régimen nacionalista, hubiesen sido ofrecidas bases aceptables de convenio a los jefes liberales…”
Martínez Silva, ante su infructuosa gestión con el gobierno le responde a Uribe: “(…) Siento mucho que no hubiéramos podido usted y yo concluir algún arreglo que, aprobado en Bogotá por el gobierno, hubiera dado por resultado no solo la terminación de la guerra en Colombia, sino la completa pacificación del país…”
En un último esfuerzo le solicita a Martínez que no haya recriminaciones entre sus copartidarios, y agrega: “Y para que no se crea que el consejo es interesado, admito desde luego una excepción: la de mi propio nombre. Porque tengo la conciencia tranquila sobre todos mis actos, no necesito la misericordia del silencio: venga el juicio, vengan las acusaciones cuando quieran, y sea cual fuere la sentencia, me someteré sin defenderme”.
Después de un nuevo período de lucha, ante su fracaso en Nueva York para lograr la paz, negocia con el General Juan B. Tovar la paz de quienes lo siguen en la Hacienda Neerlandia, pese a lo cual, el ministro de guerra José J. Casas reacciona con este telegrama: “Servíos disponer que inmediatamente se juzgue a Uribe por un consejo verbal de guerra y que a la sentencia se le de cumplimiento sin contemplación alguna”. Tovar le responde al ministro: “He ganado la espada que llevo al cinto, combatiendo lealmente en los campos de batalla; prefiero romperla sobre mi rodilla, que mancharla con la sangre mal derramada y la violación de la palabra que en nombre del gobierno he comprometido”.  
Finalmente, el General Herrera, triunfante en varias batallas en Panamá para evitar la posible separación del istmo y, siguiendo la insinuación y ejemplo de Uribe, firma la paz definitiva en el acorazado Wisconsin. Uribe lo celebra, pero opina: “la hemos firmado en la casa del león”

El Rincón de Dios

“El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz.” Santa Teresa de Calcuta.

sábado, 11 de abril de 2020

Crónica 803

Feliz Pascua de Resurrección

Vivimos una Semana Santa diferente, no cabe duda, la disfrutamos muchos con mayor recogimiento de lo tradicional. Tener a mano las ceremonias y la libertad de horario para disfrutarlas, fue un regalo espiritual y una gracia. 

Nos conmovió el Vía Crucis del Vaticano en esa plaza enorme y vacía, sobrio, y la expresión de bellos y dolorosos testimonios de reclusos, sus familias, condenados inocentes y guardias dispuestos a paliar los sufrimientos de los presos, se siente la cercanía de Dios para mitigar el sufrimiento.

Llama a la reflexión en esta pandemia el hacinamiento de las cárceles de Colombia que al poner a prueba la salud de los reclusos clama a la justicia un acto valeroso de perdón. Sería justo liberar aquellos que durante mucho tiempo no han sido juzgados y todos lo que no hayan cometido crímenes atroces o de lesa humanidad, ¿no están libres los peores criminales de la historia gracias a un proceso de paz y un tribunal a su medida a que los demás no tienen acceso? 
En la ceremonia de la Santa Cruz el padre Cantalamessa pronunció una homilía magistral, podría, dejar aquí un enlace para que los lectores puedan buscarla, pero prefiero trasmitir unos apartes:
“¿Cuál es la luz que todo esto arroja sobre la situación dramática que está viviendo la humanidad? También aquí, más que a las causas, debemos mirar a los efectos. No sólo los negativos, cuyo triste parte escuchamos cada día, sino también los positivos que sólo una observación más atenta nos ayuda a captar. La pandemia del Coronavirus nos ha despertado bruscamente del peligro mayor que siempre han corrido los individuos y la humanidad: el del delirio de omnipotencia. Tenemos la ocasión —ha escrito un conocido Rabino judío— de celebrar este año un especial éxodo pascual, salir «del exilio de la conciencia». Ha bastado el más pequeño e informe elemento de la naturaleza, un virus, para recordarnos que somos mortales, que la potencia militar y la tecnología no bastan para salvarnos. «El hombre en la prosperidad no comprende —dice un salmo de la Biblia—, es como los animales que perecen» (Sal 49,21). ¡Qué verdad es!”
“El otro fruto positivo de la presente crisis sanitaria es el sentimiento de solidaridad. ¿Cuándo, en la memoria humana, los pueblos de todas las naciones se sintieron tan unidos, tan iguales, tan poco litigiosos, como en este momento de dolor? Nunca como ahora hemos percibido la verdad del grito de un nuestro poeta: «¡Hombres, paz! Sobre la tierra postrada demasiado es el misterio». Nos hemos olvidado de los muros a construir. El virus no conoce fronteras. En un instante ha derribado todas las barreras y las distinciones: de raza, de religión, de censo, de poder. No debemos volver atrás cuando este momento haya pasado. Como nos ha exhortado el Santo Padre no debemos desaprovechar esta ocasión. No hagamos que tanto dolor, tantos muertos, tanto compromiso heroico por parte de los agentes sanitarios haya sido en vano. Esta es la «recesión» que más debemos temer. De las espadas forjarán arados. De las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra (Is 2,4). Es el momento de realizar algo de esta profecía de Isaías cuyo cumplimiento espera desde siempre la humanidad. Digamos basta a la trágica carrera de armamentos…”
"Después de tres días resucitaré", predijo Jesús (cf. Mt 9, 31). Nosotros también, después de estos días que esperamos sean cortos, nos levantaremos y saldremos de las tumbas de nuestros hogares. No para volver a la vida anterior como Lázaro, sino a una vida nueva, como Jesús. Una vida más fraterna, más humana. ¡Más cristiana!”.

El Rincón de Dios

“Queridos hijos, hoy os invito a todos a que vuestros corazones ardan con el amor más intenso posible hacia el Crucificado y no olvidéis que por amor a vosotros dio su vida para que os salvarais. Hijos míos, meditad y orad para que vuestro corazón se abra al amor de Dios.” Mensaje de la Virgen de la Paz en Medjugorje.  

miércoles, 8 de abril de 2020

Crónica 802

Mensajes Marianos

“Algunos se desesperan cuando se hunde el barco, otros aprenden a nadar.” Anónimo

Los cuarenta días de cuaresma que esta semana termina es un llamado a la reflexión y a la conversión; coincidió con la aparición en Colombia de la pandemia que se extiende por todo el mundo afectando a millones de personas y empresas y, recluidos por la cuarentena, tenemos más tiempo para analizar sus consecuencias y estimular la imaginación para buscar salidas inteligentes. 
La pandemia ha tenido efectos positivos: ha despertado la solidaridad, hemos entendido que todos, como hermanos, somos un equipo y debemos trabajar en conjunto olvidando de plano la individualidad, y ha acercado a la oración a los creyentes inspirándolos a mirar con detenimiento los mensajes de la Virgen de la Paz en Medjugorje.
Este es uno de ellos: “Hoy como nunca, los invito a que vivan mis mensajes y a que los hagan realidad en sus vidas. Yo he venido a ustedes para ayudarlos y por eso los llamo a cambiar sus vidas, porque ustedes han tomado un camino desdichado, el camino de la perdición.

Cuando yo les decía ¡Conviértanse!, ¡Ayunen!, ¡Oren!, ustedes acogieron este mensaje superficialmente. Comenzaron a vivirlo, pero después se detuvieron porque era demasiado difícil para ustedes. ¡No queridos hijos! Sepan, queridos hijos, que cuando algo es bueno, ustedes deben perseverar en el bien y no pensar “Dios no me ve”, “Él no me oye”, “Él no me ayuda”. Y así, a causa de sus desdichados intereses, ustedes se han apartado de Dios y de Mi. Yo quería crear para ustedes un Oasis de Paz, de Amor y de Bondad. Dios quería que ustedes, con su amor y la ayuda de Él, hicieran milagros y dieran ejemplo. Por tanto, esto es lo que Yo les digo: Satanás está jugando con ustedes y con sus almas y Yo no puedo ayudarlos, porque ustedes están muy lejos de mi Corazón.

Por eso ¡oren y vivan mis mensajes! Entonces verán los milagros del amor de Dios en sus vidas cotidianas.”        

Este es otro de sus mensajes: “Queridos hijos: hoy deseo daros esperanza y alegría. Todo lo que está alrededor vuestro, hijos míos os conduce hacia las cosas terrenales. Sin embargo, yo deseo conducirlos hacia el tiempo de gracia, para que, durante ese tiempo, estéis lo más cerca de mi Hijo, a fin de que el os pueda guiar hacia Su amor y hacia la vida eterna que todo corazón anhela. Vosotros hijos míos, orad, y que este tiempo sea para vosotros tiempo de gracia para vuestra alma.”   

Crónica 961

¿Otra vez mi general borracho? Definitivamente tenemos un desgobernante digno de admiración: nombra los principales delincuentes “gestores d...