martes, 28 de agosto de 2018

Crónica729

Adiós muchachos...

 “Procuremos olvidar lo que traído a la memoria nos entristece”. Seneca
Me refiero tangencialmente a la consulta, primero, porque era inocua como lo han demostrado destacados juristas y, segundo, porque como el casi no vale simplemente no alcanzó el umbral, cualquier mandato sobre el tema es inexistente.
Si hubo fraude, como muchos opinan, no les alcanzó, lo propio es entonces de ambos lados olvidar el tema. Lo grave, si en verdad la trampa existe, es que muestra la corrupción que se decía atacar y lo que esto significa para la confiabilidad del país en el organismo electoral, pero eso es tema aparte. Personalmente prefiero pensar que no se manipularon los resultados pese a las graves sospechas.
No vale la pena que quienes se creen ganadores de una consulta inane, que a la hora del te perdieron, sigan atacando a Uribe, a Peñalosa al Centro Democrático y al presidente, endilgándoles culpas que no tienen. Quienes no votamos la consulta ejercimos nuestro derecho, como libremente lo hicieron quienes fueron a las urnas incluyendo al presidente Duque, la senadora Paloma Valencia y no se cuales ministros del despacho.
Es de suponer que quienes la promovieron no deberían tener remordimiento de conciencia, lo cual dudo, pero callo. Su comportamiento debería ser entonces trasparente, ético y responsable; si perdieron acepten las reglas del juego que son claras en la democracia, un solo voto basta para definir mayoría o minoría y, en este caso, hicieron falta cerca de medio millón para ganarla. 
Iván Duque en toda su campaña habló de la necesidad de erradicar la corrupción. El 8 de agosto, día siguiente a su posesión, presentó las leyes necesarias para ejercer un control radical sobre el asunto, es pues el congreso el responsable de sacar adelante estas propuestas y, Duque, ya citó a los promotores para darles vida. Igual hubiese sido si la consulta triunfa, porque solo el legislativo, un referéndum o una constituyente tienen la facultad de modificar la Constitución. La consulta no era vinculante al menos en dos puntos que requerían reforma constitucional, si me equivoco, que los juristas me corrijan. 
Si es verdad que hubo once y pico millones de votos a favor de las siete preguntas de la consulta, es un mensaje claro que le llega al congreso para que apoye y tramite con rapidez la legislación ya propuesta por el ejecutivo y en su sabiduría y obligación las pula si ha menester y expida con agilidad las normas pertinentes. En las Cámaras podrán ejercer el pleno derecho al voto sus promotores a no ser que, por haber declarado la oposición, ahora salgan con la incongruencia de votar negativamente las reformas propuestas por el ejecutivo, o se desvíen como alguien dijo: ¿por qué voy a respaldar algo si nada me han dado? La metástasis de la mermelada heredada es fatal. 

Ojalá el Congreso cumpla su deber sin cortapisas y Dios quiera que las cortes santistas no tumben lo que de ahí salga.
Lo que sigue es dejar atrás especulaciones, entrevistas, programas de radio y TV, editoriales, sacar pecho inútil, pegarse de unos resultados no avalados por el pueblo para campañas políticas. Lo pasado pasó, y la consulta, para bien o para mal, es un cadáver insepulto. Como dice el tango, “adiós muchachos compañeros de mi vida...”

El rincón de Dios

“Jamás provoques lágrimas en un rostro que te ha regalado sus mejores sonrisas.” Papa Francisco

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