Altillanura: la frontera agrícola que espera justicia territorial
Durante décadas la Altillanura ha sido vista como tierra de promesas incumplidas. Hoy, podría convertirse en el nuevo eje agroindustrial del país. Con más de 7 millones de hectáreas disponibles, esta región representa una oportunidad única para Colombia para producir alimentos, generar exportaciones, empleo, reconfigurar el mapa rural con equidad, y vender bonos de carbono con la siembra de bosques, trascendente en estos proyectos para conservar los humedales, el medio ambiente y la fauna.
El potencial no basta. Acondicionar una hectárea puede costar hasta 60 millones de pesos para la adecuación de los suelos y proveer la infraestructura logistica. Hay empresas interesadas en invertir allí sin necesidad de poseer la tierra, pero sin seguridad jurídica, crédito y servicios básicos, la Altillanura seguirá siendo una promesa lejana.
La solución no está en repartir Unidades Agrícolas Familiares (UAF) dispersas en medio de la sabana. Está en diseñar núcleos rurales planificados: comunidades, con servicios, conectividad, vivienda digna y vocación productiva. Un modelo que respete la propiedad individual, que promueva la asociatividad, la eficiencia y el arraigo.  
Una UAF, en la Altillanura fluctúa entre seiscientas veinte y novecientas ochenta hectáreas; pero un proyecto rentable que incluya la infraestructura podría requerir entre veinte mil y treinta mil hectáreas para garantizar la recuperación de la cuantiosa inversión requerida. Hay claros ejemplos en Brasil, Argentina, algunos en Colombia antes de la nueva legislación, y en la siembra de bosques maderables en Uruguay.
Gaviotas lo demostró hace décadas. En medio del Vichada, sin subsidios ni favores, construyó una comunidad autosuficiente, innovadora y resiliente. No fue una excepción: fue una anticipación de lo que hoy podríamos escalar con voluntad política y visión territorial.
La Altillanura no necesita milagros, solo instituciones que funcionen, que se adecúe la legislación de las UAF que actualmente es un esperpento que impide la posibilidad de asociación. No se requiere una reforma agraria, solo que la Agencia Nacional de Tierras y el Banco Agrario cumplan su cometido.
El Rincón de Dios
“La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” Hebreos 11:1
